Cada uno de los 128,6 millones de hogares estadounidenses gasta una media de 1.866 dólares cada año en esa comida desechada.
El profesor de la Facultad de Ciencias Agrícolas de Penn State Edward Jaenicke sostuvo que el malgasto de comida tiene consecuencias no solo en la economía hogareña, sino también en la salud, la crisis climática o la seguridad alimenticia.
«Los recursos utilizados para producir la comida que no se come, incluyendo la tierra, la energía, el agua y la mano de obra, se malgastan también», dijo el académico.
El estudio tomó como referencia los datos obtenidos por encuestas del Departamento de Agricultura de EE.UU. sobre adquisición de alimentos a 4.000 hogares.
Eso permitió establecer en un 31,9 el porcentaje de alimentos que de media desecha cada hogar en Estados Unidos, una cifra que confirma las estimaciones que anteriormente se habían hecho sobre el malgasto de comida en el país norteamericano.
Más de dos tercios de los hogares desechan entre el 20 % y el 50 % de la comida, mientras que los que menos derrochan lo hacen en un 8,7 %.
El estudio también concluyó que los hogares que malgastan más comida son los de mayores ingresos y los que compran alimentos pensados para una dieta más saludable, como frutas y verduras, que se dañan más rápidamente.
Los que menos comida malgastan, por el otro lado, son los hogares más numerosos, los de menores ingresos, los que planifican la compra antes de ir al mercado o los que tienen que desplazarse mayores distancias para adquirirlos.
Jaenicke subrayó que los datos sugieren que «planear y gestionar la comida son factores que influyen en la cantidad de comida malgastada», del mismo modo que «programas que fomentan dietas más saludables pueden inintencionadamente generar más desechos».