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Nacional

La viabilidad de las fruterías, en jaque por la subida de precios

Fruteros de todo el país lamentan que la inflación reduce sobremanera su margen de beneficios, si bien, de momento, están logrando mantener a su clientela.

Las fruterías han mantenido la clientela en lo que va de año pese al incremento de los precios en alimentos, en concreto en frutas y hortalizas, que ha provocado una disminución de sus beneficios en un año «excepcional» y les ha hecho plantearse medidas como la disminución del personal o abrir menos horas.

Desde que comenzase el año, las frutas y hortalizas han encadenado cada mes la subida de precios en su coste debido, en general, a factores climáticos como la sequía y el pedrisco, lo que ha llevado a los productores a reducir la superficie cultivada y, con ello, el incremento en su precio.

Por ejemplo, solo en marzo, el precio de las legumbres y las hortalizas frescas ha subido un 27,8 % en comparación con el mismo periodo del año anterior, y un 5,7 % con respecto al mes pasado.

Además, otros productos como la cebolla han visto multiplicarse durante este semestre su precio hasta por seis, al pasar de 0,2 euros en el mercado de origen en marzo del pasado año, a los 1,3 en la misma fecha de este curso.

El melón y la sandía también han sufrido picos en sus precios en los meses de junio y julio, debido a la demanda de estos productos en los supermercados provocada por las altas temperaturas y, a su vez, al descenso de la producción por el calor y la sequía.

Una de las sensaciones que más se respira en las fruterías entrevistadas por Efeagro es la incredulidad ante el curso que han pasado estos establecimientos, con elevados precios en los productos y un incremento en los insumos.

En Córdoba, Jesús Gallego lleva 23 años trabajando su frutería La Masía y, de todos estos años,, reconoce que en los últimos cuatro meses han sufrido una «debacle» con un beneficio «muy pequeño».

A pesar de que descarta cerrar el negocio, sí reconoce que, al calcular las horas que destina a la frutería, obtiene que no es un trabajo rentable, apunta en declaraciones a Efeagro.

En otro punto del país, Richard Peñalver, de la frutería Tu fresco (Valencia), mantiene la clientela a pesar de que «nunca antes» había visto esta subida de precios en las frutas y hortalizas.

Con el negocio en funcionamiento desde hace 10 años, Peñalver explica que la clientela que tienen es gente que busca comprar el producto de la propia frutería o pescadería por su calidad, aunque advierte de que, poco a poco, hay una parte que opta por los supermercados.

En Madrid, José Cárdabas regenta la frutería Vitamina, donde trabaja desde hace 34 años, desde la que asegura que se ha planteado reducir el personal para reducir gastos, por lo que pasarían de ser cuatro a tres trabajadores.

A raíz del incremento de precios y del encarecimiento de otros productos como la luz, el responsable de esta frutería también baraja la idea de cerrar el establecimiento al mediodía y, con ello, disminuir más los gastos.

Todos, en diferentes puntos del país, coinciden en señalar este curso como unos meses excepcionales en los que el incremento de precios ha puesto en jaque la viabilidad de sus fruterías y ha complicado la competencia con las grandes superficies.

La cuota de fresco, para los ‘súper’

Precisamente en la competencia con los supermercados reside una de las quejas que expone el responsable de la frutería cordobesa, Jesús Gallego, pues sostiene que la cuota de fresco «cada vez se está desplazando más» hacia las grandes superficies.

Según fuentes de la distribución, son las pequeñas tiendas especializadas como las fruterías las que están perdiendo esta cuota de mercado.

Explica que «hace cinco o seis años» era este tipo de comercios los que más cuota de mercado tenían, algo que ha ido disminuyendo aunque con un pequeño repunte en la pandemia debido al «factor compra-confianza», pero que, pasado este periodo se ha perdido.

A su juicio, la situación que vive el sector es «preocupante», además, puede repercutir directamente en el ámbito social, con la pérdida del comercio de proximidad que es el que «da vida a las calles».