Los investigadores, junto con la empresa Frutas Esther, han estudiado más de 3.000 frutos pertenecientes a 20 variedades diferentes de melocotones y nectarinas y han confirmado, en primer lugar, la independencia del contenido en agua del producto y su jugosidad organoléptica.
Así, se ha llegado al diseño de un prototipo mecánico para su adaptación a máquinas de ensayo, estandarizando un procedimiento de compresión de probetas y recogida y cuantificación del jugo fácilmente extraído.
Además, se ha provisto a la empresa de un protocolo instrumental y unos umbrales específicos para la categorización por jugosidad de melocotones y nectarinas, identificando objetivamente aquellos lotes con una calidad organoléptica óptima.
En opinión de la responsable del estudio Belén Diezma, la adopción de este procedimiento por parte de los actores de la cadena de valor de las frutas de hueso facilitará las relaciones comerciales entre ellos y asegurará la satisfacción de las expectativas de los consumidores.
De manera complementaria, se está avanzando en una categorización de la jugosidad de los frutos mediante procedimientos espectroscópicos no destructivos.