Las exigencias a la hora de reducir el uso del plástico que incluye el texto elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica van más allá de lo que dicen las directivas europeas y representantes del sector coinciden en señalar a Efeagro que en su opinión los objetivos son «imposibles de cumplir» en algunos casos.
Las alegaciones -el plazo para presentarlas expiró la semana pasada- están inspiradas en la utilidad del plástico como garante de la seguridad alimentaria y como herramienta clave para frenar el desperdicio de comida, frente a quienes critican este material y abogan por el uso de alternativas.
Las medidas que recoge el Decreto son muy amplias, van mucho más allá del plástico y afectan a todos los eslabones de la cadena agroalimentaria, que en líneas generales acusan al Ministerio de tratar de imponer metas «desproporcionadas» que «no se justifican desde un punto de vista medioambiental».
Detrás de estas críticas se esconde un debate clave: el sector apuesta por el reciclaje del plástico y su reutilización, mejorando las tasas actuales, mientras que el proyecto normativo pretende directamente su sustitución en muchos casos y reduce los plazos.
La controversia también afecta a Ecoembes, el organismo que gestiona hasta ahora el reciclaje de envases en España -creado por las propias empresas del sector- y cuya labor discuten organizaciones ecologistas.
De hecho, el proyecto legislativo apuesta por la creación del llamado «Sistema de Depósito, Devolución y Retorno» (SDDR) en España, el cual inicialmente iría dirigido a botellas de plástico de un solo uso de hasta tres litros y latas que contengan agua, zumos, refrescos o cervezas: el consumidor pagaría un sobreprecio (el mínimo se fija en 10 céntimos) cuyo importe recupera en tienda si devuelve el envase.
La iniciativa es contestada por los supermercados, que consideran que se trata de una opción muy costosa -la propia norma propone extender el uso del SDDR a las latas por cuestiones de rentabilidad- y compleja a nivel logístico por temas de espacio y almacenaje; además, alertan de que el cliente percibe inicialmente una subida del precio que puede retraer el consumo.
Las frutas y hortalizas, en el ojo del huracán
También ha levantado la voz el sector hortofrutícola, ya que el proyecto introduce la obligación de «presentar las frutas y verduras sin utilizar envases de plástico» en los comercios minoristas al mes de que entre en vigor el documento, aunque excluye los lotes de más de 1,5 kilos y a aquellas referencias «que presenten un riesgo de deterioro cuando se vengan a granel» (como las fresas, por ejemplo).
Dentro del sector recuerdan que los envases protegen el producto de bacterias y microbios, pero también ayudan a dilatar su oxidación y a aumentar su duración en perfecto estado, lo que tiene una relación directa con la lucha contra el desperdicio alimentario, un tema que también contará con su propia ley en breve.
Otro punto polémico hace referencia a la cuarta y quinta gama, es decir, aquellas ensaladas y productos listos para comer, por lo que el sector pide su exclusión y recuerda que en Francia se aceptó esta excepción.
En este sentido, las empresas inciden en que si se aprueban medidas más exigentes que en otros países comunitarios existe el riesgo de perder competitividad a la hora de exportar.