Marín, como defensor de los intereses de los productores hortofrutícolas de la Unión Europea (UE), está convencido de que esta actividad no debe perder competitividad, sino ganar aún más y, para ello, confía en que los fondos del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia ayuden a «mejorar su mecanización, robotización y sistemas de riego».
En una entrevista a la agencia Efe, Marín ha explicado que, a su juicio, la crisis de la covid-19, «que sorprendió a todos de la noche a la mañana y obligó a la agricultura a reinventarse para abastecer al mercado con seguridad en el trabajo», ha dejado claro que «Europa no tiene que depender de terceros países, algunos inmersos en problemas geopolíticos, para alimentarse».
«La pandemia hizo ver que consumir alimentos procesados no es lo más sano», como lo demuestra el incremento de la demanda de frutas y verduras frescas durante 2020, que en España llegó a ser de hasta el 20 % en el primer semestre, subraya.
«La pandemia ha dejado huella en el consumo», apunta, tras plantear que «entre los grandes beneficiados están las cadenas de distribución de Europa, que han encontrado un nicho de nuevos clientes».
El tirón de la demanda de productos saludables como los hortofrutícolas impulsará una próxima campaña de promoción que Eucofel lleva a cabo, desde 2019, para la promoción de su consumo a través de los programas CuTE, que cuentan con fondos europeos.
Marín pone en valor las frutas y hortalizas europeas y critica que no haya un mayor control en las fronteras comunitarias de las partidas procedentes de países terceros, «a las que no se aplican las mismas reglas de juego» en materia fitosanitaria que a las europeas.
El presidente de Eucofel también lamenta que se utilice como «moneda de cambio» a la actividad agrícola en la firma de acuerdos de la Unión Europea (UE) con países no comunitarios, pero se muestra esperanzado en que la Administración «aperturista» de Joe Biden de pie a una mayor exportación de hortalizas y conservas vegetales europeas a Estados Unidos.
Como ejemplo, recuerda que la puesta en marcha del acuerdo UE-Canadá ha supuesto «un antes y un después» en las transacciones comerciales con este país para la producción hortofrutícola comunitaria.
Lo que sí cree que es una batalla perdida a corto y medio plazo es que se revierta el veto ruso, vigente desde 2014, a la entrada de frutas y hortalizas comunitarias, ya que Eucofel no ha tenido respuesta de la Comisión Europea a sus requerimientos de que se pongan los cimientos para intentar cambiar la actual situación.
Sobre la salida de Reino Unido de la UE, señala que desde el 1 de enero,los productos perecederos del continente europeo «entran con normalidad en el mercado británico», pero que tras el acopio producido en diciembre -por la incertidumbre de si iba a ver o no un Brexit duro- los costes del transporte se han encarecido.
«Los camiones con frutas y verduras llegan desde la UE llenos al Reino Unido y vuelven vacíos, y ahora estamos en la guerra de quién paga ese incremento de coste, si el consumidor británico, el importador o el productor», precisa Marín, quien es tajante al afirmar que «el agricultor tiene que tener garantizado su margen y no puede vender por debajo de costes».
Marín también se pronuncia sobre la reforma de la Ley de la cadena alimentaria impulsada por el actual Gobierno español, de la que reconoce que «se hizo con una buena intención», pero que «no ha sido consensuada con el sector».
A su juicio, no da respuesta a las situaciones puntuales en las que haya distorsiones en el mercado y no ha dejado bien definido cuál es el coste efectivo de producción.