Casi la mitad de las 577 compañías miembro encuestadas entre los pasados 18 y 21 de febrero pronosticaron una caída de doble dígito de los beneficios durante los seis primeros meses del año, mientras que una cuarta parte creen que será de más del 20 %.
En torno al 90 % de las encuestadas consideran que el impacto de la epidemia en sus operaciones está siendo entre medio y alto, por lo que la mitad de los participantes decidieron rebajar sus objetivos anuales de negocio en el país asiático.
«China se encuentra en un precario equilibrio entre dos tareas importantes pero divergentes: mantener unas medidas firmes de prevención del virus y luchar para una vuelta a la normalidad económica», aseguró el presidente de la Cámara de Comercio de Alemania en el norte de China, Stephan Woellenstein.
Para esto, consideró Woellenstein, hará falta que Pekín ponga en marcha «medidas para las empresas más afectadas, en especial pymes, hasta que las operaciones se normalicen».
Entre los desafíos a los que se enfrentan las empresas europeas en China, según las citadas cámaras: leyes impredecibles, restricciones de cuarentena prácticamente inasumibles (como las restricciones de movimiento, que afectan tanto al transporte de productos, como al desplazamiento de empleados y potenciales clientes) e innumerables condiciones para retomar las operaciones.
«La tela de retales de normas contradictorias que han surgido de la lucha contra el COVID-19 ha creado cientos de feudos que hacen prácticamente imposible transportar bienes en China», lamentó el presidente de la Cámara de Comercio de la UE en China, Joerg Wuttke.
Asimismo, la encuesta reveló que en torno al 70 % de las compañías encuestadas están contribuyendo a los esfuerzos de contención del virus con la donación de material médico, aportaciones económicas o apoyo logístico a las regiones afectadas.