Así lo refleja un sondeo del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), publicado este martes y realizado entre mayo y junio a 118 referentes de la agricultura familiar en 29 países de la región.
Entre las mayores dificultades que atraviesan estos agricultores como consecuencia de la pandemia se encuentran la carencia de equipos de protección y de protocolos sanitarios y de seguridad, así como las limitaciones en el transporte y la distribución de los productos por las restricciones impuestas a la movilidad.
Además, ha disminuido la disponibilidad de transportistas por prevención o temor al contagio, al tiempo que no todos los países cuentan con una normativa «definida y adecuada» que proteja la salud y bioseguridad de estos trabajadores.
Destacan las limitaciones en el acceso al crédito para la producción, después de que los gobiernos no siempre hayan priorizado el apoyo financiero a la agricultura familiar, según el estudio.
El coordinador del sondeo y gerente del programa de Desarrollo Territorial y Agricultura Familiar del IICA, Mario León, ha señalado en un comunicado remitido a Efeagro que se trata de una «radiografía muy precisa del sector» en un contexto «muy desafiante».
Insta a atender a la agricultura familiar, un sector «clave» para el empleo agrícola, el abastecimiento de alimentos, la seguridad alimentaria y la mitigación del éxodo rural.
MENOS PRODUCCIÓN E INGRESOS
La mayoría de los consultados perciben repercusiones negativas por la pandemia y, en su opinión, los productos más afectados podrían ser los granos y cereales, las hortalizas, las frutas, las raíces y tubérculos, y las carnes.
En los próximos seis meses, se prevé que aumentará o se mantendrá la producción de maíz, frijoles, cereales andinos, sorgo, musáceas, papa y yuca, mientras que se reducirá la de tomates, cebollas, repollo y productos acuícolas.
La encuesta refleja una «creciente inquietud» entre los agricultores familiares por la reducción de la afluencia de los consumidores en los mercados de proximidad por miedo a contagiarse, lo que unido a la pérdida de poder adquisitivo repercutirá en una menor demanda.
El 84 % de los consultados explica que los precios recibidos por la agricultura familiar se han mantenido estables o se han reducido durante la crisis.