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El tomate frito no viene de Almería ni de Murcia

Mucho tomate frito ‘made in Italy’ proviene de China, con una mano de obra barata e infantil.

La industria del tomate frito recoge distintos procedimientos de producción y fabricación y las calidades van en función de diferentes criterios como concentración, color, viscosidad y homogeneidad, con grandes diferencias entre marcas y variedades. La mayoría de las marcas de tomate frito «no recogen de manera correcta el origen de la materia prima y el clientel final suele desconocer el país de origen», señala el periodista Jean Baptiste Malet en su libro L’ Empire de l’or rouge (El Imperio del Oro Rojo).

La investigación de este periodista detecta que la fabricación del tomate triturado o frito se realiza con «una mano de obra semiesclava, un mercado ultracompetitivo de productos concentrados liderados por China, empresarios italianos que funcionan como un cártel y un cliente que suele ser engañado», desvela Malet.

Según el destino se trabaja diferentes materias primas. En destinos como Ghana o Senegal se venden millones de latas chinas que tiene un 31 por ciento de tomate y un 69 por ciento de aditivos como soja, almidón o colorantes, cuando las etiquetas señalan que la materia prima es tomate y sal.

La mano de obra son niños en China, que trabajan este tomate para las grandes multinacionales que mueven 10.000 millones de dólares en 160 países.

La imagen de un tomate redondo de Almería o Murcia no suelen estar en estas latas de tomate frito, sino tomates que acuden a grandes procesadoras de Xinjianj en China.

La mayoría de los tomates utilizados para el tomate frito o triturado contienen un 5 por ciento de materia seca y el resto es agua. Los dobles concentrados son pastas cuya proporción entre materia seca y agua es superior al 28 por ciento y en los triples la materia seca es del 36 por ciento.

Y China es el gran productor, un destino donde el tomate no gusta ni es popular.

El periodista ha sido testigo de como un tomate frito de marca italiana puede ser más barato que un tomate español procesado en una planta moderna y eficiente. El escritor del libro L’ Empire de l’or rouge advierte al Gobierno y la industria española de tomate que estudien de cerca los costes de producción de los tomates pelados en Italia, porque «millones de latas so una salida ideal para el lavado de dinero porque su transporte es sencillo y puede venderse por debajo del precio de coste».