Siete empresas andaluzas -seis de Almería y una de Granada- enfocadas a la producción de tomate reivindicaron ayer su posición geoestratégica en el mercado y le recordaron a las cadenas europeas que la presión a la que le ejercen podría acabar con este cultivo en España y con las empresas.
“La distribución tiene la capacidad de poder apretar a unos productores atomizados que compiten sin tregua y el productor acepta porque siempre hay alguien que lo va a vender al precio marcado”, apunta el Manifiesto firmado por las siete empresas.
El símil
El manifiesto usa el símil de las crisis de las mascarillas en los primeros estadios del Covid 19, al señalar que “Europa no tenía mascarillas y nos fuimos a China a comprarlas y, cuando de verdad las necesitábamos, no las teníamos”.
El manifiesto señala que “no faltó comida durante el Covid 19 y fuimos el país del mundo que mejor gestionó esta situación y continuábamos exportando alimentación al resto del mundo sin bajar el ritmo ni pedir contraprestaciones”, indica el manifiesto.
Las siete empresas –BioSabor, Casi, Coprohníjar, Granada La Palma, Las Hortichuelas, Unica y Vicasol- denuncian que sólo se habla de precios con las cadenas y afirman haber perdido la capacidad de interlocución.
Es más, las empresas denuncian que las cadenas de supermercados le transmiten la posibilidad de irse a “Marruecos o Portugal o donde sea” con un “no importa”.
La realidad
El manifiesto expone la realidad por la que pasa el agricultor de Almería actualmente al señalar que “el agricultor necesita unos ingresos que cubran sus costes y un poco más para poder producir tomates y vivir”.
Las empresas muestran una actitud conciliadora frente a las cadenas al pedir sentarse y hablar “de cómo mantener la enorme riqueza de estar en un país como España, autosuficiente y excedentario de productos alimentarios de excelente calidad”, señalan desde las empresas.
Las productoras almerienses exponen la posibilidad de que el consumidor pagase 10 céntimos de euro más y “pasase de 1,69 euros a 1,79 euros”, una sutil diferencia que “si llega al agricultor, hará el gran cambio, que tengamos tomates españoles de agricultores comprometidos que luego serán a su vez fieles clientes de los supermercados”.
Estas mismas empresas dudan del sentido de adquirir compromisos como el ODS de la ONU o el Green Deal o el Farm to Fork “si tenemos una trituradora de valor que aplasta el valor común”.
Las empresas señalan que “si no cuidamos el tomate hoy, iremos perdiendo después otros productos y España y Europa irán yendo paso a paso a ser dependientes agroalimentariamente y a merced de China, Turquía, Marruecos o Sudáfrica”.