Las primeras cerezas españolas ya se dejan ver en fruterías y cadenas de alimentación, pero las previsiones de los productores para el conjunto de la campaña pasan por una reducción del 30 % de la cosecha en Extremadura respecto al pasado año y el mantenimiento de la de Aragón, que sería la primera productora de nuevo este año.
La técnica de Cooperativas Agro-alimentarias de Aragón, Yolanda Parrilla, estima que la producción en dicha comunidad alcanzará los 43 millones de kilos, una cifra similar a la de 2019 pero inferior a los 51 millones de la campaña 2018.
Esa previsión puede cambiar si la ausencia de las tradicionales cuadrillas de temporeros de países del Este por la crisis del coronoravirus se traduce en dejar la cereza sin recoger en el campo ya que, según Parrilla, «faltan 17.000 trabajadores de fuera de Aragón para las campañas de fruta entre abril y octubre».
Las asociaciones agrarias, cooperativas y el Ejecutivo aragonés están intentando eliminar la «incertidumbre» que sobrevuela la temporada.
Sus acciones se centran en conseguir que haya suficientes temporeros, con alojamientos acondicionados a las medidas adoptadas a causa del coronavirus y que las restricciones de movilidad para llegar al trabajo en vehículo no se conviertan en un hándicap insalvable.
La semana que viene coincidirá el arranque de la campaña aragonesa de cereza temprana -que representa el 20 % de la producción total- con el aclareo o poda de otros frutales de hueso como los melocotoneros; la prueba más dura a solventar en la región será la de junio y julio, que es cuando se intensifica la cosecha de cereza.
Extremadura, muy lejos de la superproducción
El presidente del Consejo Regulador de la Cereza del Jerte, Emilio Sánchez, prevé que esta denominación de origen protegida (DOP) amparará este año entre 4 y 4,5 millones de kilos, incluidos los 300.000 kg de navalindas, las conocidas popularmente como las «cerezas con rabito».
«Es un millón de kilos menos de lo que se produce un año normal», ha comentado para precisar que esta estimación no se puede comparar con la «superproducción de 2019», en la que se comercializaron 7,5 millones de cerezas con sello de calidad de la DOP.
Los cálculos de Sánchez sobre la producción total de cereza extremeña -unos 30 millones de kilos- coinciden con la estimación del presidente de la Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte, José Antonio Tierno, una organización cuyos socios aglutinan el 50 % de la producción, que el año pasado rozó los 18 millones de kilos.
Las causas de esa bajada han sido las condiciones meteorológicas adversas, con granizo, lluvias y mucha humedad tras la floración.
Tierno ha explicado a Efeagro que las parcelas de cerezos de la comarca no necesitan tanta mano de obra externa como las de Aragón porque son de menor tamaño y de carácter familiar, donde todos pueden ayudar de forma puntual; a pesar de ello, no descarta que «algo se quede sin recoger».
«Sería bastante aceptable que cuajaran 500 o mil temporeros de la bolsa de trabajo que hemos puesto en marcha para poder salvar la campaña», añade.
Reconoce que la crisis de la COVID-19 ha supuesto un aumento de costes en medidas de higiene y movilidad laboral pero, a su juicio, el mayor miedo es «que se retraiga la demanda», como ha ocurrido con otros productos perecederos.
Agroseguro contabiliza más de 800 hectáreas
Agroseguro tenía contabilizadas, hasta el pasado 21 de abril, 820 hectáreas afectadas por las inclemencias meteorológicas entre las que tienen la línea de seguro de cerezo contratada.
La lista la encabezan Extremadura y el pedrisco (450 hectáreas), seguida de Aragón y las heladas (180 ha) y las restantes por mal cuajado, lluvia y otras adversidades en Comunidad Valenciana (140 ha), Murcia (30 ha) y Andalucía y Castilla-La Mancha, ambas con diez.
La caída de agua de forma continuada esta semana ha hecho que se pierda también la cereza temprana catalana, según Unió de Pagesos.
Una noticia que sucede a la difundida siete días antes por Unió de LLauradors de Alicante, que achaca la menor producción de esta campaña a la falta de horas de frío en invierno, las altas temperaturas de enero y febrero y al exceso de humedad de marzo.