Crisis económicas muy diferentes. La crisis de 2008-2009 supuso un descenso de los productos alimenticios del seis por ciento en los hogares alemanes, y la de la Covid un aumento del seis por ciento.
La demanda de restaurantes y servicios de alojamiento se ha desplomado y se redujo el consumo en un 33 por ciento.
El consumidor alemán se ha desplazado hacia productos de asar y cocinar y ha dejado a un lado la gama ‘snack’ y los productos de nueva generación ‘ready to eat’.
La gama de hortalizas ha crecido en coles, brásicas, pimientos, productos de huerta y gama tradicional, según el informe ‘Compras de comestibles en la pandemia’, que podrán leer en exclusiva sólamente en la revista F&H.
Los artículos clásicos para asar y cocinar se beneficiaron más del cambio en el comportamiento de los consumidores.
Estos no solo se compraron con más frecuencia, sino también en grandes cantidades. «Ahora la familia tenía que volver a tener comida en casa», señala Thomas Els, analista de Mercado del AMI.
Los platos calientes se han realizado más en los hogares y fue el comercio minorista alemán y las tiendas especializadas, quienes cubrieron esta necesidad.
Todas las tiendas se beneficiaron de esta situación de manera u otra, «aunque las más beneficiadas fueron las tiendas especializadas y el marketing directo para comprar alimentos frescos», apunta Els.