Con el lema “Suelo y Agua”, hoy 5 de diciembre se celebra el Día Mundial del Suelo, que este año quiere reivindicar la profunda interdependencia de estos dos elementos vitales para el sostenimiento de la vida en la Tierra. Tanto el suelo como el agua son indispensables para la producción de alimentos, los ecosistemas prósperos y el bienestar general de la humanidad.
Reconociendo su importante papel para nuestra alimentación, debemos tomar medidas proactivas para salvaguardar estos preciosos recursos en beneficio de las generaciones futuras.
El suelo y el agua constituyen el medio en el que las plantas crecen y obtienen nutrientes esenciales. El papel del suelo va más allá de ser un mero sustrato, ya que regula los regímenes hídricos, las emisiones de carbono y garantiza la absorción de nutrientes por las plantas, mejorando así la salud de las plantas y, en última instancia, alimentándonos. En particular, los sistemas agrícolas de secano, que representan el 80 por ciento de las tierras de cultivo, contribuyen significativamente a la producción mundial de alimentos, basándose en prácticas eficaces de gestión de la humedad del suelo. Por otro lado, los sistemas agrícolas de regadío extraen el 70% del agua dulce del mundo y cubren el 20% de las tierras de cultivo (FAO, 2023).
La salud del suelo y la calidad y disponibilidad del agua están estrechamente relacionadas. Los suelos fértiles, enriquecidos con materia orgánica, son fundamentales para regular la retención y disponibilidad de agua. Al incorporar materia orgánica al suelo, nutrimos hongos y bacterias beneficiosos, creando una vibrante red alimentaria en el suelo que es fundamental para el sustento humano. El uso excesivo de fertilizantes artificiales altera la calidad del suelo y afecta negativamente al contenido nutricional de las plantas. La elección de materia orgánica en lugar de fertilizantes sintéticos fortalece las plantas, contribuye a la salud humana y garantiza la seguridad alimentaria, una necesidad más apremiante que nunca.
Nuestras soluciones holísticas para la salud del suelo
En nuestro incesante empeño por fomentar suelos saludables, Koppert adopta un enfoque holístico, ofreciendo una amplia variedad de soluciones biológicas que mejoran directamente la biodiversidad del suelo. Por ejemplo, al introducir microorganismos beneficiosos en el entorno del suelo, como por ejemplo el hongo Trichoderma de nuestro biofungicida Trianum, nuestras soluciones aumentan la biomasa de las raíces en los cultivos, fortaleciendo el contenido de carbono de los suelos y, en última instancia, contribuyendo a una estructura del suelo más robusta.
Nuestros bioestimulantes también desempeñan un papel fundamental en la mejora de la aireación y el drenaje del suelo, la mejora de la retención de agua y la reestructuración general del suelo. Esto no sólo aumenta la eficiencia en el uso de nutrientes, sino que también conduce a una reducción de la pérdida de nutrientes, que es un aspecto crítico en el manejo sostenible del suelo. Fundamentalmente, nuestros bioestimulantes vegetales van más allá de las funciones convencionales, ya que consiguen aumentar la tolerancia de los cultivos a estreses abióticos como la sequía, el calor y el frío. Esta resiliencia contribuye a la adaptabilidad general de los cultivos a condiciones ambientales desafiantes. Además, el uso de nuestros insectos beneficiosos reduce la dependencia de una amplia gama de fertilizantes convencionales y otros productos que alteran el suelo, minimizando así la contaminación del suelo.
Estrategia del suelo de la UE para 2030
La perspectiva global sobre el suelo varía entre gobiernos, empresas, comunidades e individuos. Mientras que algunas regiones protegen conscientemente el suelo mediante prácticas agrícolas sostenibles, otras continúan agotando los recursos del suelo más rápido de lo que pueden reponerse. La Estrategia de Suelos de la UE para 2030 recientemente introducida y la propuesta de Ley de Monitoreo de Suelos son fundamentales para abordar la degradación del suelo y promover la gestión sostenible de la tierra. La directiva propuesta enfatiza la importancia de monitorear y gestionar la salud del suelo para combatir amenazas como la erosión, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
La Ley de Vigilancia del Suelo tiene como objetivo establecer la gestión sostenible del suelo como norma, instando a los Estados miembros a definir prácticas que prevengan la degradación del suelo. Apunta a amenazas clave del suelo, alineándose con la misión de Koppert de mejorar la salud y la resiliencia del suelo. Al identificar y abordar sitios potencialmente contaminados, la ley contribuye al objetivo de la UE de lograr un medio ambiente libre de sustancias tóxicas para 2050, alineándose con el compromiso de Koppert con prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente.
El futuro del suelo agrícola no está únicamente en manos de los gobiernos o los agricultores. La educación desempeña un papel fundamental en la configuración de nuestro futuro. Ya poseemos el conocimiento necesario para proteger el suelo y la conciencia pública sobre las soluciones sostenibles, junto con las prácticas convencionales, ofrece esperanzas de un cambio positivo en las prácticas agrícolas. A través de este esfuerzo colectivo, podemos mantener vivo el suelo y salvaguardar su biodiversidad para la prosperidad de las generaciones venideras.