La sociedad ha llegado a creer que “los alimentos crecían por generación espontánea” y “nos hemos acostumbrado a precios muy baratos”, lo que nos ha llevado a “despreciar a la agricultura y a los agricultores”.
Son algunas de las conclusiones del ensayo ‘La venganza del campo’, cuyo escritor y editor, Manuel Pimentel (Sevilla, 1961), afirma en una entrevista con EFE que “como los alimentos, hasta ahora, eran baratos, no nos preocupaban”.
Según Pimentel, ‘La venganza del campo’ ya está aquí y eso es fruto de que cada vez hay menos tierras de cultivo, “se abandonan los campos” y, por tanto, la producción baja y “eso irremediablemente implica una subida de los precios”.
Si a esto se le suma que “las mercancías no van a circular con la misma facilidad”, en parte por los conflictos bélicos, pues “con toda seguridad vamos a iniciar un proceso de encarecimiento de los productos agrarios”.
Tampoco la distribución es la responsable de la subida de los precios de los alimentos. Al contrario, según el ensayista, “su poder de compra, muy superior al de los productores, deflactó y deflacta los precios agrarios, presionando a la baja lo que percibe el agricultor, hasta, en ocasiones, el mismo punto de ruina”.
Una veintena de artículos
El ensayo, editado por la editorial cordobesa Almuzara, está compuesto por casi una veintena de artículos que Manuel Pimentel ha publicado desde 2009 en distintos medios de comunicación acerca de la situación del agro español y que, en su opinión, “recoge la realidad, sin catastrofismo, de la agricultura, la ganadería o la pesca”.
Para el exministro de Trabajo, “los agricultores y los pescadores agonizan sin que a la sociedad que alimentan parezca importarle lo más mínimo”; es más, “castiga a las gentes del campo mientras se les exigen alimentos abundantes, sanos y a precio de saldo”.
Manuel Pimentel critica la visión que “los urbanitas” tienen del campo, ya que “para lo único que lo quieren es para pasear y las granjas y los agricultores y ganaderos son meros adornos”.
En su opinión, “queremos comida buena, bonita y barata, pero sin agricultura ni agricultores; carne sin ganadería ni ganaderos; pescado sin pesca ni pescadores”. En general, “protestamos por el encarecimiento de los alimentos al tiempo que prohibimos los trasvases, perseguimos a las granjas o cuestionamos los regadíos y los abonados. Y, claro, eso no funciona”.
Sin previsión del problema
Pimentel subraya que “como sociedad nos pasa siempre lo mismo, nos damos cuenta cuando ya estamos dentro del problema, en lugar de haberlo previsto antes”.
Reconoce que una de las señales que le llamó la atención fue cuando el tradicional nombre del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación fue sustituido por el de Ministerio de Medio Ambiente y Mundo Rural y Marino “mucho más molón”, pero que ponía de manifiesto que “nos avergonzábamos de términos como agricultura, pesca o alimentación”.
El rechazo a la agricultura, que lleva décadas gestándose, es “un fruto de los ideales, valores y políticas de una sociedad eminentemente urbana”, conformada por personas en general bienintencionadas que creen hacer lo correcto cuando con sus leyes persiguen a la producción agraria.
Sin embargo, Pimentel está convencido de que aún se puede enmendar la situación y encontrar el justo equilibrio entre producción agraria, garantía alimentaria, nuevas demandas urbanas, sostenibilidad y medio ambiente.
Estrategia alimentaria
Es imprescindible establecer una estrategia alimentaria europea y “ahora que estamos entrando en periodos de guerra que se van a ir jalonando por aquí y por allá, tenemos que tener una mínima garantía alimentaria interna no sea que se pusiera la cosa de repente muy mal”.
Esta estrategia alimentaria, según Manuel Pimentel, podría garantizar “comida a un precio razonable” porque se muestra contrario a la intervención de los precios: “si intervienes precio y lo pones por debajo de producción se para de producir y viene el mercado negro y se encarece más”, razona.
La agricultura, la ganadería, la pesca han superado “enormes” retos técnicos y agronómicos, pero le ha faltado la construcción de discurso y de comunicación, agrega.
Y por ello, la sociedad actual precisa de ese relato que sitúe a agricultores, ganaderos y pescadores como garantes de la alimentación variada, sana y sostenible que demanda. Para ello, la actividad primaria ha de resultar rentable y valorada, subraya.