Así lo constatan los datos aportados en el marco de la reunión del Comité de Seguimiento que se hace para evaluar la situación de esta especie invasora y los estudios desarrollados con el objetivo de establecer de forma conjunta las medidas más adecuadas de prevención y lucha contra esta plaga.
Ejemplares de este insecto ya se han empezado a detectar en algunos cultivos de frutales en localidades de varias comarcas gerundenses, como Campllong, Llambilles, Cassà de la Selva, Bordils, Sant Pere Pescador, Torroella de Montgrí o la Tallada d’Empordà, así como en el Parc Agrari del Baix Llobregat.
El chinche apestoso se alimenta y reproduce en jardines y cultivos y se nutre principalmente de hojas, tallos y frutos, lo que origina daños que, en otros lugares de Europa como Italia, ya son muy considerables.
Durante la campaña de este año, Acció Climàtica apunta que deberá prestarse especial atención a las parcelas donde el año pasado se registraron daños, y en el conjunto de parcelas donde se detectó o se sospecha que puede haber este insecto.
A pesar de ser un insecto que no transmite enfermedades a humanos y animales, produce molestias cuando entra en las casas, además de atacar los cultivos y provocar pérdidas económicas importantes.
Por ello, el Servicio de Sanidad Vegetal y el IRTA recuerdan que es necesario eliminar todos los ejemplares para evitar que se reproduzcan y generen poblaciones más altas que vuelvan a entrar en las casas durante el otoño y causen daños en los cultivos en verano.
Los expertos piden que si se encuentra en las viviendas se eliminen sin aplicar insecticidas, utilizando un aspirador o ahogándolas con agua y jabón.
El chinche apestoso se asemeja a otras especies de chinches autóctonos y para identificarlo es necesario fijarse en las antenas, que tienen dos franjas blancas cada una.