Según ha informado Intercitrus, la aplicación de esta medida fue respaldada por el Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (SCoPAFF) el 1 de febrero, y el 10 de marzo concluyó el periodo de consulta para presentar alegaciones en la Unión Europea (UE) y el 11 de abril lo hizo el plazo de exposición en la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Intercitrus cuenta, además, con el compromiso por escrito de la comisaria de Sanidad y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, de que éste comenzará a implementarse “antes del comienzo de la nueva temporada comercial” (de importación del hemisferio sur, se entiende). Y según las propias estadísticas de Sudáfrica, eso ocurrirá en la semana 18 de este año (del 2 al 8 de mayo).
De ahí que Intercitrus apremie al ejecutivo comunitario para que presente en los próximos días –a lo sumo 2-3 semanas- el reglamento para su rápida aprobación por los Estados miembro.
“Es la mejor opción incluso para la propia Sudáfrica porque la alternativa para la Comisión, de mantenerse las interceptaciones de esta plaga y conociendo el dictamen de la EFSA (Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria), sólo podría ser vetar las importaciones de todas las naranjas y mandarinas de Sudáfrica” advierte la presidenta de la interprofesional citrícola de España, Inmaculada Sanfeliu.
Sudáfrica y Zimbabue acapararon el 56,3 % de las interceptaciones totales de organismos nocivos en cítricos importados en la UE en 2021 (117 de 208) y el 96,6 % de los de ‘Falsa Polilla’ (28 de 29).
Entre 2017 y 2020 estos dos países volvieron a liderar el ranking para esta misma plaga tras acumular 54 rechazos Sudáfrica y otros 14 Zimbabue, cuyos productores-exportadores también controla el primero, por los 13 de Israel y 3 de Suazilandia, que igualmente depende de Sudáfrica.
Son decenas de rechazos cada año en los puertos de Europa y cada uno de ellos implica, según la normativa vigente, bien la destrucción de la totalidad de la mercancía, bien su reexpedición a destinos no comunitarios.
“A Sudáfrica, por prestigio internacional, por la seguridad de sus envíos y por el propio coste que generan tantas interceptaciones le conviene aplicar un tratamiento como éste, que está estandarizado internacionalmente, que tiene un coste muy asumible y que es el único que asegura al 99,9968 % -según la propia EFSA- el cumplimiento de la legislación de la UE, que exige ausencia completa de la plaga”, aclara Sanfeliu.