Las perturbaciones de la cadena de suministro y la logística de la producción de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania y Rusia, así como las restricciones a las exportaciones rusas, tendrán importantes repercusiones para la seguridad alimentaria», se lee en un informe, firmado por el director de la FAO, el chino Qu Dongyu.
El temor de este organismo de Naciones Unidos deriva de que tanto Ucrania como Rusia son pesos pesados en la exportación de cereales -acumulan un tercio de las exportaciones- y también, pero no menos importante, de los fertilizantes usados en los campos de medio mundo.
Todos estos factores encarecerán, como ya está ocurriendo, los alimentos, cuyos precios emprendieron la senda alcista desde el segundo semestre del 2020 y alcanzaron su «nivel máximo histórico» el pasado febrero a causa de la alta demanda, los costes de ínsumos y transportes y las «perturbaciones» en los puertos del planeta.
Por otro lado, el precio de la urea, una fertilizante nitrogenado esencial, aumentó en un 300 % en los últimos doce meses, debido a la elevada demanda y a la volatilidad del coste del gas natural.
Otros riesgos
Los puertos ucranianos en el Mar Negro han cerrado, asediados por las tropas rusas, y el envío de mercancía por tren sería «imposible» por la ausencia de una red ferroviaria funcional a gran escala.
Los puertos rusos, por contra, permanecen abiertos, pero la sanciones financieras de Occidente «han provocado una importante depreciación que, si se mantiene, podría socavar la productividad y el crecimiento y, en última instancia, elevar aún más los costos de la producción agrícola».
Por otro lado, el cereal podría transitar por los buques a través del Bósforo, aunque se trata de una zona en guerra, peligrosa, lo que implica un encarecimiento de las primas de los seguros y, por ende, un nuevo plus al precio de la mercancía.
La guerra también ha encarecido la energía y Rusia es uno de los principales actores del mundo de este sector, ya que representa un 18 % de las exportaciones mundiales de carbón, un 11 % de petróleo y un 10 % de gas.
La agricultura, avisa la FAO, «requiere energía a través del uso de combustible, gas y electricidad, así como fertilizantes, plaguicidas y lubricantes» y «la fabricación de piensos y de sus ingredientes también requiere energía».