Así lo ha explicado el responsable nacional de transformados de COAG, Diego Bellido, que ha señalado que muchos agricultores «habían desestimado sembrar cultivos como espinacas», pero con las primeras lluvias de diciembre y las previsiones de todo el mes se llevaron a cabo plantaciones no solo de este producto, sino de «col picuda, coliflor o brócoli», lo que se une a quinoa zanahorias, cebollas, o alcachofas, «que vuelven a tener calidad en un campo que está verde».
No obstante, ha recordado que las reservas de agua garantizan cultivos a corto plazo, pero «los embalses aún se encuentran en niveles muy preocupantes, aunque podemos respirar hasta marzo».
Entre los ejemplos más notables, ha señalado la coliflor y el brócoli, que tenía unas 250 hectáreas plantadas hasta mediados de noviembre, y ahora han aumentado hasta 750.
Ha indicado que mención merecen cultivos como los de la zanahoria y la cebolla, que estaban descartados este año, «pero la gente se ha lanzado a sembrar», e incluso la cooperativa Las Marismas, ubicada en la misma localidad, regaló las plantas que ya tenía almacenadas para ser destruidas con el fin de aprovechar este periodo de lluvias.
Incluso, la remolacha de azúcar, «que estaba prácticamente desaparecida», ha señalado, ahora tiene unas 2.500 hectáreas plantadas en la comarca.