A medios del S.XIX comenzaron a utilizarse nombres bíblicos para definir el tamaño de las botellas de vino y champagne. ¿Por qué estos nombres? Por el prestigio y el valor que evocaban figuras históricas asociadas al poder y la longevidad.

Así, el formato de 15 litros recibió el nombre de Nabucodonosor. Un monarca de la Antigua Babilonia, asociado a la grandeza y el lujo. Y no es para menos, una botella capaz de ofrecer hasta 100 brindis está pensada para un momento realmente especial.
En Bodegas Figuero se elaboran únicamente 15 botellas al año de su vino Figuero en este formato, reservadas para momentos especiales: eventos familiares, cumpleaños, lanzamiento de productos o aperturas de restaurantes. Sin duda, descorchar un Nabucodonosor es un gesto de generosidad y de unión. Una experiencia donde lo verdaderamente importante son las personas reunidas alrededor del brindis.
“El uso más común del Nabucodonosor es para 50 cumpleaños. Durante la fiesta, los invitados firman la botella y, a posteriori, el anfitrión la conserva como pieza decorativa. Creo que es un detalle muy especial, permite recordar ese día para siempre” Felipe Martín.
El Nabucodonosor sorprende en cualquier ámbito que se disfrute. Y no es para menos, una botella de 70 cm de altura y un peso cercano a los 20 kilos llena, no pasa desapercibida. La eterna pregunta, ¿cómo se sirve? En Figuero cuentan con balancines que les ayuda en esta ardua tarea.
El balancín mejora el servicio de botellas pesadas, aportando un manejo manual más preciso y evitando el sufrimiento del vino con alteraciones por movimientos bruscos o calentamiento. Sin olvidar el respeto por el vino transmitido a través de este cuidado al detalle.
Más allá del tamaño, una botella de 15 litros representa algo más: la idea de compartir. Una botella, un momento, cien brindis. Algo cercano a la magia.