Una ola de calor con temperaturas anormales de hasta 31 grados azotó la semana algunas zonas de Marruecos para agravar la sequía que sufre este país, cuyos agricultores se encuentran con cosechas que no germinan, cortes de agua o se ven forzados a usar más agua para regar.
Las temperaturas llegaron a valores máximos de 31 grados en algunas zonas de Marruecos como Agadir (sur del país) y también a niveles cercanos a los 30 en Rabat (28), casablanca (29) o Marrakech (28), según los boletines de la Dirección General de Meteorología del país magrebí.
Este calor puntual se produce en un momento especialmente preocupante para Marruecos, que registra por sexto año una sequía acumulativa que está causando estragos en las cosechas.
Según los últimos datos ofrecidos por el Gobierno marroquí, el país registra un déficit de precipitaciones del 70 % desde el pasado septiembre hasta mediados de este enero en comparación con la media de los últimos años, y la tasa de llenado de presas es del 23,2 %, frente al 31,5% del año pasado por estas fechas.
Un fenómeno que no es nuevo. Ya en la campaña 2022-2023, la producción de cereales fue un 15 % menor que la media de los últimos cinco años.
Ante esta situación, el Gobierno ha emprendido un plan de emergencia para garantizar el suministro de agua potable que incluye una mejor gestión de las presas, la construcción de equipos urgentes de conducción de agua y la posibilidad de restringir el caudal si es necesario.
Según Benali, los niveles de los embalses siguen bajando, lo que ha empujado a las autoridades a suspender el suministro de agua para los agricultores en varias zonas como Chaouia (región de Casablanca), Dukala (en El Jadida, al sur de Casablanca) y Tedla (al norte de Marrakech.
Benali afirma que el sector más dañado es el del cereal, especialmente en las zonas de cultivos de secano, pero ahora también en las zonas de regadío que sufren cortes en el suministro.
Uno de esos agricultores afectados es Abdelqader Badaui, que posee un campo de cereales de secano cerca de Rabat donde cultiva sobre todo trigo.
«La temporada está siendo tan seca que el trigo que hemos sembrado ni siquiera ha germinado», se lamenta por teléfono a EFE, y confirma que las autoridades están cortando el suministro de agua a compañeros suyos de profesión.
Este año, a la sequía Badaui le suma a un otro problema: ya no puede contar con el seguro que le cubría en caso de tener una mala cosecha.
«Normalmente el seguro me indemnizaba cuando la temporada salía mal, pero este año ha suspendido el contrato», asegura. Es por eso, añade, que el paro entre los agricultores sube y muchos emigran a las ciudades.
Otro profesional de la agricultura consultado de la zona de Agadir reconoce que está regando más que nunca, en esta situación de sequía a la que no ayudan las olas de calor como la de la semana pasada.