Además de un año de buenas cosechas, con nuevas zonas y agricultores que han visto una alternativa ante la evolución del cultivo-precio en los últimos años, en los mercados hay cebollas de países lejanos como Chile, Senegal o Perú, con lo que los supermercados están «suficientemente cubiertos», explica Asaja en un comunicado.
«No se trata de que su producto no tenga precio, es que no hay ni quien lo quiera comprar. O si lo hacen, es a un precio irrisorio que no cubre ni la mitad del coste de la recolección«, afirma el presidente de ASAJA en Málaga, Baldomero Bellido.
Los agricultores de cebolla temprana de la provincia de Málaga se han encontrado con «la situación más complicada vivida en lo que va de siglo», según Asaja.
Entre las causas, la asociación también apunta que se ha vendido más semilla que en años anteriores, «haciendo creer a los productores unos números irreales sobre el beneficio que podrían obtener».
A pesar de estar en plena recolección y del «hundimiento» del precio de la cebolla temprana, «aún se ven partidas de otros países sin la garantía y calidad» que la nacional y con «unas condiciones de producción muy diferentes«, advierte.
En zonas tradicionales de siembra, como los municipios malagueños de Archidona, Antequera y Sierra de Yeguas, se han encontrado «con una cosecha por la que nadie pregunta y que a quien se la ofrece, o no hace caso o no quiere pagar nada por ellas«, remarca Bellido.
Situación complicada
Cooperativas de la zona están intentando dar alguna solución a sus socios a sabiendas de que la situación es complicada, pues «este tipo de cebolla tiene una campaña de recolección muy corta y apenas se puede almacenar», al tratarse de un producto que «se debe consumir casi de inmediato para poder mantener sus buenas cualidades intactas».
«Lo dramático es que los agricultores se encuentran con un cultivo con todos los gastos echados, con una grandísima calidad y que no pueden vender, por lo que están perdiéndolo todo», lamenta.
Asaja critica la «ineficacia» de la Ley de Garantía Alimentaria, que no les permite vender por debajo de los costes de producción pero no establece «ninguna medida» ni para evitar la entrada de producto de fuera ni para «compensar» a los agricultores con «un sistema de retirada que estabilizaría el mercado».
La organización agraria reivindica el consumo de producto nacional por su cercanía, menor huella de carbono, calidad, garantía de la trazabilidad y seguridad, así como por el fomento del empleo en los pueblos.