El presidente de Acopaex, Domingo Fernández, ha afirmado, en declaraciones a EFE, que de las 2,1 millones de toneladas contratadas se recogerán finalmente unas 500.000 toneladas menos.
La campaña se ha visto condicionada por las lluvias de primavera, que afectaron a las variedades tempranas, aunque la principal incidencia ha venido del intenso calor en verano.
Como ha explicado Fernández, normalmente se experimenta una semana o 10 días seguidos de mucho calor, pero en julio y agosto «se han producido episodios de este tipo muy prolongados».
Esta circunstancia ha afectado principalmente en julio, donde el tomate se ve muy afectado si las temperaturas no dan tregua y bajan durante la noche.
Tras los últimos años de buenas cosechas, la producción se ha resentido, por tanto, este ejercicio, un escenario que no solo se ha producido en Extremadura, sino también en otros territorios productores como Andalucía, Portugal o Italia.
La situación «preocupa» a los agricultores, sobre todo porque tras años con precios «muy justos» se van a encontrar ahora con muchas dificultades al no poder contar con la cantidad de tomate suficiente para compensar esta circunstancia.
«De cara a la siguiente campaña los precios tendrán que subir, ya que en caso contrario muchos agricultores se negarán a sembrar, pues a quien esta campaña le vaya a costar dinero no estará dispuesto a repetir una circunstancia similar en 2021», ha incidido.
La producción de la actual campaña será también un 20 por ciento inferior si se compara con la obtenida el año pasado, donde se obtuvo finalmente una cifra similar a la que se había contratado.
En este sentido, las cifras contratadas para esta campaña se basaban en los datos de producción de 2019, ya que nada hacía prever el descenso finalmente experimentado.
«Hacía muchos años que esta situación no pasaba, se podían obtener unos datos un dos, tres o cinco por ciento por debajo de lo contratado, pero un 20 por ciento menos es una cantidad muy grande», ha remarcado Fernández.