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Importación española de frutas y hortalizas consolida su acento extracomunitario

La importación española de frutas y hortalizas en 2020 ascendió a 3. 118 millones de euros, de los que el 63,5% del valor procedió de países extracomunitarios, situándose en 1.983 millones de euros, y el 36,5% restante procedió la UE con 1.135 millones de euros.

En volumen, la tendencia fue la misma. La importación hortofrutícola española en 2020 totalizó 3,4 millones de toneladas, de las que 1,6 millones de toneladas procedieron de países de fuera de la UE, representando el 48% del total y el 52% restante procedió de la UE.

Comparando la procedencia de las frutas y hortalizas importadas en 2020 con años anteriores se consolida el predominio de los países extracomunitarios en el mercado nacional. En 2019, el valor de las compras de frutas y hortalizas a países terceros ascendieron a 1.869 millones de euros, el 64,5% del total, en 2018 fueron 1.856 millones de euros, el 67% del total; en 2017 se situaron en 1.562 millones de euros, el 62% del total y en 2016 ascendieron a 1.434 millones de euros, el 62% del total.

Comparando los volúmenes de importación en los últimos cinco años la trayectoria es igual que en valor. En 2016 España importó 1,2 millones de toneladas de frutas y hortalizas extracomunitarias, el 42% del total; en 2017 fueron 1,2 millones de toneladas, el 43% del total; en 2018 fueron 1,5 millones de toneladas, el 48% del total; en 2019 también representaron el 48% del total, con 1,5 millones de toneladas y en 2020 también representaron el 48% del total, con 1,6 millones de toneladas.

Los porcentajes de participación de las frutas y hortalizas procedentes de países terceros en la importación española muestran que se consolida la posición de estos países en el mercado nacional, pero muestra, además, un incremento continuo de los volúmenes y el valor. Este incremento se produce también en el mercado comunitario, impulsado, según FEPEX, por condiciones de competencia desiguales, tanto en aspectos productivos, sociales o medioambientales, lo que constituye un grave problema que la Comisión Europea deberá ponderar más en política comercial, que ahora está en proceso de revisión.