Es el caso de la finca de Agromartín que cuenta con una explotación agraria para la producción de fresas con tradición familiar que aboga por la multiculturalidad, el emprendimiento y el apoyo a la mujer extranjera.
«Nosotros fomentamos la multiculturalidad e intentamos que estén a gusto», explica en una entrevista realizada por Nerea Martín para Efeagro la responsable de Marketing, Victoria Martín.
La diversidad cultural que rodea a las explotaciones agrarias es palpable en cada temporada y en cada rincón de la finca.
Una urbanización multicultural
Para los temporeros se creó un tipo de ciudad con capacidad hasta para 800 personas, una urbanización de casas prefabricadas amuebladas que se entremezclan con zonas comunes, fuentes y plazas.
Aquí se vive por temporadas y la de la fresa comienza en diciembre y acaba en mayo o junio; por eso, en este particular poblado en estos momentos viven unas 600 personas.
En el entorno de sus casas se ha dispuesto también un una sala polivalente que se puede usar para jugar al billar, al futbolín, a los dardos o incluso para mostrar las habilidades con la música en el kararoke de una sala que puede convertirse, igualmente, en discoteca.
En los espacios comunes, los temporeros intercambian y celebran sus festejos árabes, búlgaros o rumanos bajo una jaima, una tienda de campaña marroquí.
En cuanto a los servicios básicos y la provisión de víveres, la empresa pone a disposición de los temporeros autobuses para ir al pueblo más cercano a comprar o para otras necesidades.
Formación para las oportunidades
A fin de fomentar su acogida en España, los contratos de estos temporeros se redactan en su idioma y tienen a su disposición un aula de formación para que voluntariamente sigan formándose, abunda Victoria Martín.
Se trata de un proyecto que llevan a cabo junto a la Diputación de Huelva y que busca que, a partir del emprendimiento, los trabajadores creen sus propios negocios, con especial hincapié en el papel de las mujeres.
«No solo se trata de crear riqueza en España, como están haciendo, ayudando a que la economía prospere con la exportación de los frutos rojos«, asegura Martín.
La idea es que, después, las temporeras puedan volver a su país, mejorar su vida y «ayudar a que sus hijas crezcan con otra mentalidad», abunda.
Y es que la mayoría de los temporeros que se encuentran en la explotación son mujeres, que en algunos casos vienen acompañadas de su familia.
Desde las explotaciones agrarias a las instituciones, la unidad hace la fuerza para seguir cosechando y reforzando el sector de los frutos rojos sin olvidar mejorar la vida de quienes son un pilar fundamental en el mismo, los temporeros y, especialmente, las temporeras.