Así lo ha explicado el presidente del grupo de trabajo sectorial de fresa y de frutos rojos de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, Cristóbal Picón, a la vez que ha detallado que este año hay un 2 % más de plantación.
Una cifra que confirma también la Asociación Onubense de Productores y Exportadores de Fresa (Freshuelva), que añade: «se han producido mermas en los primeros meses de evolución del cultivo».
Para el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) en Huelva, Manuel Piedra, las condiciones meteorológicas, la falta de personal y el alza de costes provocan una situación de «incertidumbre» en el sector.
A pesar de que el responsable de Cooperativas ha indicado que los episodios de olas de frío en las últimas semanas de enero han afectado a las plantas, Picón puntualiza que ha sido de forma «insignificante» ya que en ese momento las plantaciones estaban al 20 % de su producción.
El alza de costes pasa factura
Más allá del tiempo, el responsable de UPA en Huelva recalca el aumento de precio en los costes de producción que está sufriendo el sector, un incremento que sitúa entre el 25 % y el 30 %, según ha denunciado.
Advierte de que esta subida se está trasladando a los precios que paga el consumidor en los supermercados, una cifra que ronda entre los «cinco y los siete euros» en las tiendas mientras que, «a los productores se les paga a dos euros».
En este sentido, los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, señalan que en la semana cuatro del año el precio medio del kilo de fresas en origen fue de 2,80 euros y una semana después de 2,89 euros.
Un precio recibido por el agricultor que no difiere mucho con respecto al 2022, cuando en la semana cuatro de ese año el precio fue de 2,81 euros y en la siguiente de 2,49 euros/kg.
Variaciones que la Asociación Onubense de Productores y Exportadores de Fresa (Freshuelva) apunta que se dan «algunas semanas en mayor medida y otras en menor medida».
Y denuncian que «a veces el importe que recibe el agricultor supone una quinta parte del que paga el consumidor final».