Con las lluvias de la pasada primavera, los viñedos del Penedès se han recuperado considerablemente, tras una sequía que había puesto al límite la capacidad de supervivencia de algunas de las viñas, según apunta la entidad.
Así, los Servicios Técnicos del Consejo Regulador señalan que la vendimia es larga y todavía queda camino por recorrer, con unas «buenas previsiones de calidad».
El inicio de la vendimia, sin embargo, será algo más tarde que las de los últimos dos años.
La evolución meteorológica de este año, tanto a nivel de temperatura como de precipitaciones, hacen prever uvas con buena acidez y una composición fenólica adecuada para la elaboración de vino base cava con potencial para largas crianzas.
Así, la cosecha viene marcada por un mayo y junio frescos y con precipitaciones puntuales, y una primavera y verano donde las temperaturas se mantienen, hasta el momento, dentro de la media adecuada.
Todo ello, ha favorecido las distintas fases de evolución del viñedo, desde los estados fenológicos de floración hasta el envero, que han tenido de las condiciones adecuadas que hacen prever una cosecha óptima en cuanto a las características fisicoquímicas de la uva.
Buen trabajo
El presidente de la D.O. Cava, Javier Pagés, ha destacado que los «viticultores han hecho un buen trabajo» para recuperar el viñedo, con una poda respetuosa, «teniendo en cuenta las necesidades de la planta tras la falta de agua y los sucesivos períodos de calor extrema».
Además, ha resaltado la capacidad de resiliencia del cava, que ha logrado superar bien los efectos derivados de la pandemia, de la sequía y del cambio climático.
Pagés también ha apuntado la consolidación de la categoría de mayor valor, la de los cavas Guarda Superior, procedentes de viñedos ecológicos de más de 10 años.
La D.O Cava tiene 349 bodegas asociadas, que están presentes en más de 100 países, reúne más de 38.000 hectáreas de viña, más de 6.200 viticultores y más del 70 % de sus ventas son internacionales.