Este hongo, conocido desde el siglo XIX por su capacidad natural para regular poblaciones de insectos, podría convertirse en el primer agente de control biológico contra esta importante plaga del olivar, que actualmente solo puede controlarse con agentes de control químico.
Las pruebas que desarrolla Koppert parten de las investigaciones realizadas durante los últimos años por la Universidad de Córdoba (UCO), que pusieron de relieve la eficacia de la cepa 01/58-Su de Metarhizium brunneum para el control de la mosca del olivo. El equipo de investigación AGR 163, perteneciente al Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3, ha demostrado que la aplicación del hongo al suelo durante el otoño reduce significativamente la población de las pupas de mosca del olivo evitando la emergencia de los adultos durante la primavera del año siguiente y protegiendo así la cosecha. El hongo actúa por contacto, penetrando en el insecto a través de su cutícula, infectándolo internamente y provocando su muerte.
Los ensayos iniciados por Koppert y la UCO para estudiar la comercialización del primer agente de control biológico contra la mosca del olivo culminan el largo proceso de investigación desarrollado por esta prestigiosa universidad andaluza, primero en la fase de laboratorio y después con las primeras experiencias en campo. “Esperamos obtener resultados que nos permitan comercializar este hongo y ofrecer a los productores de olivar una solución a la plaga más importante de este cultivo, cuya picadura merma la calidad del aceite y de la aceituna de mesa y genera cada año pérdidas de hasta el 40% de la producción”, asegura Javier Calvo, quien mantiene una estrecha colaboración con los doctores Meelad Yosef, Inmaculada Garrido, Natalia González y Enrique Quesada, los investigadores de la Universidad de Córdoba que han desarrollado los estudios previos y han abierto el camino al control biológico de la mosca del olivo.
Sin resistencias
Actualmente, el control químico de la mosca del olivo se enfrenta a dos grandes problemas. En primer lugar, la normativa comunitaria ha prohibido la mayoría de las materias activas que tradicionalmente se han utilizado para los tratamientos fitosanitarios contra esta plaga. En segundo lugar, la mosca del olivo ha desarrollado resistencias a multitud de materias activas que aún siguen autorizadas. En consecuencia, la eficacia de los pesticidas es prácticamente nula.
De ahí, la importancia de las investigaciones que Koppert y la UCO llevan a cabo, ya que el control biológico no genera resistencias porque está basado en las mismas reglas de juego que la Naturaleza: un organismo biológico que no afecta al cultivo ni al fruto y que es capaz de provocar la muerte del insecto plaga. Con este contexto, es fácil entender la necesidad de nuevos medios de control de esta plaga que perjudica gravemente la rentabilidad del olivar, un cultivo estratégico que es el principal medio de vida en muchas zonas rurales del país, especialmente en Andalucía. Cabe recordar que España posee la mayor superficie del mundo dedicada al cultivo del olivar, con más de 2,6 millones de hectáreas.