El Ministerio de Agricultura explicó este domingo en un comunicado que sus servicios técnicos realizaron una inspección el pasado día 11 en unas plantaciones de tomates del departamento de Finistère, tras unos análisis de búsqueda del virus que se habían llevado a cabo al observar lesiones compatibles con esa enfermedad.
El laboratorio nacional de referencia debe presentar los resultados oficiales este próximo lunes, pero mientras se han tomado una serie de medidas de protección, en particular un dispositivo de aislamiento de la explotación.
Entre esas medidas está la prohibición de acceder a los dos invernaderos donde se han descubierto los casos sospechosos, la consignación de la totalidad de las plantas, semillas, frutos y material de trabajo; la desinfección; o la gestión de los residuos.
El departamento de Agricultura subrayó que hay una investigación en marcha para tratar de identificar el posible origen de la contaminación, así como las posibles relaciones que pudo haber con otras explotaciones.
Una vez que se confirme oficialmente la presencia del virus, la totalidad de las plantas de los invernaderos serán destruidas.
Esta enfermedad, que no se puede transmitir a las personas, tiene un gran impacto económico, ya que puede infectar hasta al 100 % de los tomateros, pero también a plantas de pimientos, en especial en parcelas de huerta con una fuerte densidad.
Se observó por primera vez en Israel en 2014 y después se han constatado contaminaciones en 2018 en México, Estados Unidos, Alemania e Italia, y en 2019 en Países Bajos, Reino Unido y Grecia.
El Ministerio lanzó un mensaje de vigilancia a los profesionales de la horticultura y a los particulares con huerto porque la propagación del virus en Francia podría tener graves consecuencias para el sector.
El tomate es su principal producción, con 712.000 toneladas en 2018, a los que hay que sumar alrededor de 400.000 toneladas en huertos particulares. Cada familia consume de media en Francia más de 13,9 kilos al año.