Según Xavier Fitó, director de la División Hortícolas de Semillas Fitó, cuando un consumidor compra en Madrid, Londres o Buenos Aires un tomate, solo el 1% del precio que paga corresponde al valor de la semilla. Explicado desde otro punto de vista más revelador, esto supone que, con el valor de un kilo de semillas de tomate, que alcanza un precio medio de 75.000 euros, un agricultor produce tomates por un valor de 2,5 millones de euros y esa producción de tomates genera un valor final de 7,5 millones de euros, una vez vendidos en un supermercado.
Para Xavier Fitó, es importante valorar más el trabajo de I+D de las casas de semillas, que dedican nada menos que el 20% de sus presupuestos totales a la innovación, para poder ofrecer semillas que respondan tanto a las exigencias de los productores como de los consumidores. Hay que ser conscientes que, precisamente, ese 1% del valor final de un tomate que corresponde a la semilla, es un valor muy importante, ya que es la semilla la que confiere a una variedad las características productivas y de durabilidad que la hacen rentable para el agricultor y también incorpora las características organolépticas que la hacen apetecible para el consumidor.
En este ámbito de mejorar aun más lo que una semilla puede ofrecer a la cadena agroalimentaria, se enmarca el convenio de colaboración entre Semillas Fitó y Cocina de Ideas, el centro de innovación creado por Huercasa y que va a aportar a Fitó todo el conocimiento necesario desde el punto de vista de la industria transformadora (cuarta gama, quinta gama, test de conveniencia, etc.) y desde la perspectiva de los consumidores (catas, test de colores, aguante en el frigorífico, etc). Poder analizar el comportamiento de las variedades desarrolladas por Semillas Fitó, siguiendo las necesidades de la industria y las exigencias de los consumidores será clave para lanzar novedades que tengan éxito.
Más información en el número 421 de la revista F&H.