Han destacado que las mujeres en los pueblos tienen acceso a menos puestos de trabajo y los techos de cristal son más bajos, con mayor frecuencia tienen contratos temporales y jornadas parciales y se concentran en el sector servicios).
Las que trabajan en el sector agrario tienen más dificultades para lograr ser las titulares de su propia explotación y sus explotaciones son más pequeñas y, por tanto, más frágiles ante crisis de precios como la que estamos viviendo actualmente, han recordado desde Fademur.
Para esta organización, la precariedad laboral conduce a las mujeres rurales a una dependencia económica y las sitúa «en una posición de vulnerabilidad ante la violencia de género«.
Por otra parte, ha incidido en la escasez de servicios básicos en los pueblos, que hace que sus mujeres asuman una sobrecarga en lo referido a los cuidados.
«Cuando las mujeres no tienen a su alcance líneas de transporte, escuelas o institutos, centros de salud y farmacias, centros de día para sus mayores o guarderías son ellas quienes suplen estas carencias«, ha explicado la presidenta de Fademur, Teresa López.
