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El verano deja mal sabor de boca a productores de melocotón, sandía y melón

Los agricultores de fruta de verano van a echar el cierre a una campaña con menos kilos y en la que de nuevo los precios que han percibido se han situado por debajo de sus expectativas iniciales, aunque el consumidor ha pagado por los melocotones, las nectarinas o las ciruelas precios más altos.

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha convocado al sector de fruta de hueso para hacer balance de la campaña y preparar el informe de aplicación del «Plan de medidas para la mejora del sector de fruta dulce», que diseñó tras la catastrófica campaña de precios registrada en 2017.

El punto de inflexión del sector lo marcó el veto de Rusia a la entrada de fruta de hueso producida en la Unión Europea (UE) en agosto de 2014, hasta entonces un mercado importante para unos productos tan perecederos como los melocotones, ciruelas, nectarinas, paraguayas y pavías españolas.

Tras casi una veintena de reuniones de Agricultura con organizaciones agrícolas, cooperativas y exportadores y la asistencia puntual de la distribución, el MAPA diagnosticó la necesidad de acometer medidas para la supervivencia del sector.

A su juicio, había que reequilibrar la oferta y demanda, y reestructurar el sector; se comprometía a inyectar liquidez a corto plazo con ayudas a través de la Sociedad Anónima Estatal de Caución Agraria (Saeca) y recomendaba la creación de una interprofesional.

Las organizaciones agraria Asaja, COAG y UPA -aunque demandaron sin éxito una línea específica de ayudas para el arranque de árboles para ajustar la oferta- estaban esperanzadas en conseguir unos precios dignos en la campaña 2018 ante las previsiones de menor cosecha tras las lluvias en plena floración.

A día de hoy, la desilusión es la palabra más repetida al hacer balance, ya que los productores de melocotón, nectarina, melón y sandía lamentan de haber percibido unos precios bajos y muy alejados de los que ha pagado el consumidor por ellos en la distribución.

«El producto en los lineales es tres o cuatro veces superior a lo que le están pagando a los agricultores», ha apuntado a Efeagro el director técnico de Asaja, José Ugarrio, quien asegura que es un síntoma de que «el funcionamiento de la cadena, cuyo objetivo era que el agricultor percibiese unos precios justos acordes con el esfuerzo que hace y con sus costes», no es el adecuado.

«Aunque no sea la panacea que vaya a solucionar todos los problemas, una interprofesional permitiría al menos verte la cara con la distribución y tomar una serie de medidas, como una extensión de norma, para hacer campañas de promoción como en el vino o aceite», ha sostenido.

De hecho, el sector hortofrutícola acumula el mayor porcentaje -el 35 %- de las sanciones de la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) desde su creación en 2014, lo que evidencia las irregularidades que existen.

Desde COAG, el responsable de fruta dulce, David Borda, califica de «nefasto» que con un 25 % menos de volumen que en 2017 los precios hayan sido bajos y muy alejados de los niveles de referencia del sector -el trienio 2010/12-, «cuando el paraguayo se pagaba en campo a 80 céntimos/kg».

«No sabemos producir para vender a un precio acorde a la calidad real del producto, y vendemos a cualquier precio por lo que sea», se ha quejado, antes de perfilar un horizonte a diez años en el que a su juicio «España pasará de ser exportadora hortofrutícola nata a ser importadora, como ha sucedido en Francia».

También prevé una agricultura con muy pocos productores, fruto del «grave error» de la política comunitaria desde hace diez años, que ha focalizado las ayudas en planes operativos, lo que ha favorecido a los grandes grupos en detrimento de la agricultura de carácter familiar.

Para Borda, las reuniones del sector con el MAPA el pasado curso han servido para «amortiguar el miedo que tenía el Ministerio» a acciones de los productores, a los que ha conseguido tener «atontados, sin quejas, manifestaciones ni actos» y con «falsas expectativas» en cuanto a un plan de ayuda para arranques.

El secretario general de UPA, Lorenzo Ramos, en plena cosecha de ciruela en Extremadura, insiste en que hay «verdadera desilusión en el sector de fruta dulce» y en que en la región ya se están desviando hectáreas al cultivo de olivo superintensivo en regadío.

«En 2018 los precios han sido superiores a los desastrosos de 2017 pero no han compensado la bajada de producción», señala, y añade que las pocas liquidaciones que se han producido están muy alejadas de los de la distribución, donde la «fruta ha estado cara».

Ramos es muy crítico por que la fruta de hueso, a diferencia de lo que ocurre en otros sectores agropecuarios, funciona sin contratos, con el grueso de las liquidaciones a final de campaña y sin interprofesional «por la falta de voluntad de los exportadores».

«Una interprofesional es una buena herramienta para que los agricultores, cooperativas, operadores y comercializadores de fruta dulce se pongan de acuerdo en adecuar la oferta y la demanda, para saber qué es lo que demanda el mercado», concluye.

En cuanto al melón y la sandía, todos coinciden en que empezaron bien la campaña, pero a su llegada a la zona productora de Castilla-La Mancha se han convertido en ruinosos.