En octubre de 2021 se produjo la primera detección en la región citrícola portuguesa del Algarve, en Aljezur. Un año más tarde, la Trioza erytreae ha colonizado unos 200 kilómetros del litoral atlántico luso más al sur y ya se encuentra a menos de 120 km de las primeras plantaciones de Huelva, en Ayamonte. Desde que fuera detectado en Oporto en 2015, el temido psílido se ha expandido sin interrupción por toda la costa del país vecino y ha colonizado también parte de Galicia (se detectó antes, en 2014), Cantabria, Asturias y el País Vasco. La irrefrenable propagación del insecto portador de la cepa africana del HLB o Huanglongbing -que es la menos virulenta pero igualmente dañina- ya fue confirmada por la última auditoría de la Comisión Europea (CE) realizada a Portugal en noviempre del año pasado. En aquel informe, más allá de tranquilizar descartando la presencia de la bacteria que provoca la enfermedad, ya se alertaba de que las medidas implementadas por el país vecino “son insuficientes para erradicar, ni siquiera para contener” a la Trioza. Este hecho, sumado a la confirmación en enero de la presencia del otro vector de esta enfermedad en Israel –la Diaphorina citri, que tiene mayor capacidad para adaptarse a climas mediterráneos y que trasmite la cepa asiática, más agresiva, y la africana- “cuestionan el futuro a medio plazo de la citricultura española”, alerta la presidenta del Comité de Gestión de Cítricos (CGC), Inmaculada Sanfeliu.
En su informe, los funcionarios de la DG de Sanidad y Seguridad Alimentaria ya criticaron la “incapacidad de las autoridades para promover medidas inmediatas con las que erradicar la plaga en las plantas hospedantes de jardines privados, a menos que los dueños cooperen voluntariamente” así como “la falta de conocimiento sobre las parcelas donde la plaga está presente”. Sabiendo que la T. erytreae se ha asentado en todo el litoral del Algarve, que es la principal zona citrícola del país –con unas 16.000 hectáreas y 370.000 toneladas de producción- pero también una región turística con un paisaje donde abundan las residencias diseminadas con pequeños huertos/jardines, no es difícil intuir que el insecto avance ahora –como ya lo hizo más al norte de Portugal- hacia el interior, hacia Huelva.
La distancia con respecto al primer foco mediterráneo de D. citri hallada en Israel no lo hace una amenaza menor. Y esto es así porque, como con el otro vector, la principal vía de entrada sería la importación de frutas de zonas afectadas así como de material vegetal contaminado (plantas o varetas para injertos no sometidas a cuarentena). Con todo, la reciente constatación de su presencia en el Valle de Hefer, en una ciudad costera al norte de Tel Aviv, acredita su mayor capacidad de adaptación –frente a la T.erytreae– al clima mediterráneo, a temperaturas más cálidas. Además, investigaciones del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA)-Universidad Jaume I y de la Universidad de Florida han acreditado que el patrón sobre el que se asienta la inmensa mayoría de naranjos y mandarinos en España –el Citrange carrizo– “es un huésped extremadamente favorable para el desarrollo y reproducción” del también llamado psílido asiático.
Tanto en Israel ahora, como en Florida y más aún en Brasil, lugares estos últimos devastados por el HLB y donde este vector sirve para propagar la enfermedad, la lucha contra el insecto se basa en el recurso constante a tratamientos fitosanitarios con productos que, en su inmensa mayoría, están prohibidos en la UE y que al menos sirven para atenuar o ralentizar los daños provocados por la bacteria Candidatus Liberibacter asiaticus. El país hebreo comunicó oficialmente, en enero de 2022, la presencia de D.citri seis meses después de haberla confirmado (en julio), desde entonces no ha habido información oficial alguna sobre la evolución de esta plaga.