Un dossier elaborado por Tinsa ha destacado el hecho de que la tierra agrícola siga cogiendo valor en el país a pesar de las condiciones climáticas y económicas adversas que han llevado a una reducción de la producción, según ha informado este martes en un comunicado.
De hecho, el informe concluye que «la caída de la producción por la sequía prolongada y la alteración de patrones climáticos ha derivado en un incremento del precio de los alimentos y no ha erosionado el valor de los terrenos».
Por cultivos, los que han generado un mayor retorno en los últimos cinco años, según Tinsa, han sido el frutal secano (+3,4 % con 22.400 euros/hectárea en 2023 y el herbáceo de regadío (+2,8 % y 29.300 euros/hectárea).
El terreno más caro es el destinado a hortalizas de invernadero (163.400 euros/hectárea y un +1,1 % desde 2018); seguido por los cultivos al aire libre (75.700 euros/hectárea y una revalorización del 1,7 % en el último lustro).
Además, destaca el valor de la tierra de regadío para cítricos, que en 2023 rebasó los 55.00 euros/hectárea, un 1 % más que hace cinco años; seguido por el frutal de regadío (39.300 euros/hectárea en 2023 y un ligero retroceso del 0,6 %).
En el extremo contrario, el menor valor unitario correspondió a la hectárea de prados y pastizales: 10.200 euros/hectárea (+0,5 % desde 2018).
Por autonomías, el dossier destaca el precio de la tierra de secano y regadío en Andalucía (13.800 y 36.000 euros/hectárea, respectivamente) y el alto valor en otras autonomías como Extremadura, donde la hectárea de regadío vale 23.000 euros o en Castilla-La Mancha, donde una hectárea de regadío se paga a 19.600 euros.
Aunque las alteraciones del clima están afectando de forma generalizada, el informe destaca que en algunos tipos de cultivo (herbáceos, olivar y hortalizas, por ejemplo) ha sido posible compensar el impacto del descenso de producción con el incremento en el precio del producto.
Algunas de las tendencias destacadas de 2023 apuntadas en el informe se refieren al incremento del precio de los cereales a consecuencia de la guerra en Ucrania, que ha pospuesto los procesos de transformación que estaba afrontando este cultivo, o el freno en la expansión del cultivo de la almendra por la incertidumbre surgida en torno a la evolución de su precio.
También se destaca la recuperación de la demanda de los frutales de hueso y pepita tras varios años de ventas reducidas por un cambio en las preferencias de los consumidores hacia otras variedades tropicales y la potenciación del cultivo de limones frente a las naranjas por estar menos afectado por las importaciones procedentes de países extracomunitarios.