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Cristina Pérez: «El papel de Hispasat es extender el proceso de digitalización»

Cristina Pérez de Hispasat apunta las prestaciones de la empresa para el sector agroalimentario y los retos de la firma española en el sector agroalimentario.

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P: ¿Cuáles son los principales retos de Hispasat hoy en día?

R: «El mercado de las telecomunicaciones vía satélite está en un momento de transformación y cambio, y éste es el reto fundamental en este momento para los operadores satelitales: cómo dar respuesta a las nuevas demandas de un sector en plena evolución. Hay retos tecnológicos, porque se necesitan satélites más capaces y más flexibles y nuevas soluciones técnicas para nuevas necesidades de conectividad; Hay retos comerciales, porque hay que desarrollar nuevos modelos de negocio y dar servicios aún mejores y a precios más competitivos. Hay retos organizativos, porque las empresas que quieran triunfar en este sector tienen que ser ágiles, creativas, innovadoras y capaces de trabajar en entornos colaborativos.

Es un momento apasionante porque se están definiendo las redes de comunicación del futuro, y el principal reto para Hispasat es el de participar activamente en esta revolución para seguir dando las mejores respuestas a las exigencias de un mercado que pide comunicaciones de calidad en todo momento y lugar».

P: ¿Cómo ha evolucionado el sector de las comunicaciones por satélite en los últimos años? ¿Hacia dónde va a hora?

R: «Durante muchos años los principales clientes de los satélites de telecomunicaciones han sido las televisiones. La transmisión de contenidos audiovisuales de todo tipo, desde películas o informativos hasta competiciones deportivas o espectáculos, se hacía principalmente vía satélite. Ahora, sin embargo, esto está empezando a hacerse cada vez más a través de Internet, y lo que está creciendo exponencialmente es la demanda de conectividad en todo el mundo.

La evolución de la Sociedad de la Información ha generado la necesidad de mantener una conectividad ubicua y de calidad para poder asegurar el desarrollo económico y social, por lo que es necesario extender esta conectividad a todos los ámbitos: zonas rurales, vehículos en movilidad -trenes, barcos, coches, aviones- o situaciones de emergencia o catástrofe, cuando las redes terrestres quedan cortadas.

Y para eso los satélites constituyen la infraestructura ideal, ya que su cobertura es universal. La provisión de servicios de conectividad, especialmente allí donde no alcanzan las redes terrestres, es un mercado en crecimiento para los operadores de satélites de telecomunicaciones».

P: ¿Cómo contribuye Hispasat a la innovación del sector agroganadero? ¿Cuáles son las principales innovaciones?

R: «El papel de Hispasat en la evolución del sector agroalimentario es el de extender el proceso de digitalización agraria a todas partes. La digitalización es el factor de innovación fundamental en el sector en estos momentos, y es lo que está permitiendo optimizar las técnicas de cultivo o de control del ganado, incrementar la rentabilidad de las producciones, reducir los consumos de agua y fertilizantes y mejorar el impacto ambiental de esta actividad. El problema con el que tropieza el sector para su digitalización es que las redes terrestres de comunicación no llegan al campo. Tanto la fibra como las redes móviles se concentran, sobre todo, en los núcleos habitados, cuanto más grandes, mejor; pero las zonas rurales, los pueblos pequeños y las zonas de cultivo no cuentan con conectividad en muchos casos, y eso impide implantar en esos sitios el proceso de digitalización.

Los satélites de Hispasat tienen cobertura sobre todo el territorio español, no sólo sobre las ciudades, y están en condiciones de facilitar el acceso a la digitalización en cualquier punto del país, incluso en pleno campo, transmitiendo la información recogida por sensores o distintos tipos de dispositivos a los centros de análisis y control.

Hemos desarrollado distintas soluciones para la conectividad de sensores, tanto de control de cultivos como de ganado, y también para instalar puntos WiFi vía satélite que permitirán conectarse a los agricultores.

Todo ello facilitará la llegada de la agricultura 4.0 a cualquier lugar de España, y también de Europa, América o el norte de África, donde llega nuestra cobertura».

P: ¿Cómo puede mejorar la unión entre el sector agro y la innovación?

R: «La realidad es que el sector agroalimentario está ya inmerso en una potente ola de innovación que está revolucionando la forma de producir y vender. El proceso de digitalización del campo ya está en marcha, y va a tener resultados muy positivos en la mejora de la rentabilidad de las explotaciones, la reducción del impacto ambiental de la actividad, el aumento de la seguridad en la trazabilidad y la agilización de la logística y el acceso al mercado.

De hecho, y según datos de la última Encuesta sobre Innovación en las Empresas realizada por el Instituto Nacional de Estadística, el sector agrícola prácticamente ha multiplicado por dos su gasto en innovación en el pasado ejercicio.

Este es el camino que conduce al futuro en el sector, y creo que las empresas y explotaciones agrarias tienen claro que para adaptarse a las exigencias del mercado y de las administraciones y aumentar su competitividad tienen que apostar por la innovación.

La utilización de sensores, drones, imágenes satelitales y análisis de datos para aportar inteligencia en la gestión de las explotaciones seguirá aumentando en los próximos años, y veremos una mayor aplicación de la tecnología a las labores del campo».

P: ¿Cómo aprovechan las empresas agrícolas los datos ofrecidos por satélites?

R: «Los satélites también pueden contribuir a monitorizar las superficies agrícolas y realizar mapas del cultivo que permitan elaborar índices de vegetación y conocer el estado hídrico, nutricional y sanitario de las plantas o sus frutos, así como la evolución de su producción. Toda esta información resulta fundamental para la toma de decisiones en cuanto a las distintas prácticas agrícolas y para la planificación de la cosecha».

P: La obtención de datos ¿supone un ahorro para las empresas? 

R: «Sí, sin duda. La información proporcionada por las imágenes satelitales, o recogida por sensores y transmitida vía satélite, permite realizar agricultura de precisión y reducir costes en agua, abonos y productos fitosanitarios, ya que conociendo bien el terreno y el estado de los cultivos es posible aplicar cantidades más ajustadas de estos productos.

No sólo se evita el derroche, sino que también se previenen pérdidas ocasionadas por el exceso de agua o de otros elementos, o por enfermedades o problemas no detectados a tiempo».

P: En Hispasat hay varias mujeres que ocupan cargos de responsabilidad, ¿Se puede hablar ya de paridad en el sector de la ingeniería?

R: «No, aún no se ha alcanzado la paridad en los estudios de ingeniería. Los datos varían en función de las distintas especialidades, pero en ninguna de estas carreras las chicas son más del 25% de los estudiantes, y en algunas el porcentaje es mucho menor. En el ámbito de las telecomunicaciones, por ejemplo, sólo un 17,2% de los ingenieros en activo son mujeres. En el conjunto del sector aeroespacial y de defensa, las mujeres representan el 19% de los profesionales. En Hispasat trabajamos 44 mujeres, lo que supone el 31% de la plantilla, una cifra superior a la media del sector pero aún lejos de ser paritaria».

P: ¿Por qué hay menos mujeres ingenieras?

R: «No están claros los motivos que provocan las diferencias entre hombre y mujeres a la hora de elegir su profesión, pero se combinan varios factores. Algunos son de origen histórico, ya que en el inicio de la organización social el sexo marcó una división del trabajo que dejaba a la mujer el cuidado de la prole; más adelante, las mujeres también fueron apartadas de los trabajos más intelectuales y limitadas al ámbito doméstico. Por otro lado, también los estereotipos de género que se han venido imponiendo de forma sutil desde la infancia han alejado a las mujeres de la formación técnica: las niñas juegan con muñecas y los niños, con construcciones o coches. Hemos crecido en un ambiente en el que no se esperaba de nosotras el gusto por las matemáticas o la tecnología, parecía que eran cosas de chicos. Estos estereotipos se reproducen a la hora de elegir estudios, y las niñas se dirigen más hacia profesiones relacionadas con los cuidados, las ciencias sociales o la enseñanza, como medicina, enfermería, abogacía o periodismo; mientras que la informática o la construcción de autopistas, por poner algún ejemplo, parecen profesiones más masculinas».