EMIVASA, la empresa mixta formada por el Ayuntamiento de València y Global Omnium, que gestiona el Ciclo Integral del Agua en la ciudad, han desarrollado un método que abre la puerta a que la agricultura sostenible valenciana obtenga un complemento por cultivar el campo.
La metodología planteada por la entidad que lleva agua potable a la ciudad de València, persigue determinar el CO2 que es capaz de absorber la huerta local y convertirla así en un sumidero de carbono, lo que posibilitaría que en un futuro la agricultura local pudiera fijar derechos de emisión de CO2 y beneficiarse de ello.
EMIVASA trabaja ahora con la Comunidad de Regantes en el proyecto piloto, pionero a nivel nacional, para medir cómo la agricultura sostenible valenciana puede generar derechos equivalentes para compensar la huella de carbono que emite EMIVASA al desarrollar su actividad.
Con el trabajo de campo que empieza ahora, la clave es demostrar la validez de dicha metodología y lograr la certificación de Aenor.
La concejal del Ciclo Integral del Agua, Elisa Valía, ha destacado también “el impacto positivo que generaría en el entorno” y ha hecho hincapié en “la importancia de poner en valor la huerta valenciana y las oportunidades que puede ofrecer”.
La huerta valenciana tiene 7.800 hectáreas y con este proyecto en ciernes, se trabaja para que «no se abandonen los campos, para que se siga cultivando la tierra y para garantizar así el ansiado relevo generacional en el sector de la agricultura”, señala José Alfonso Soria, presidente del Tribunal de las Aguas de la Vega de Valencia.
La participación de Aenor viene por tres motivos: «generar confianza entre organizaciones y personas; porque el diseño y la concepción del proyecto van a ayudar a un sector crítico, como es el de la agricultura, en el ámbito nacional y, particularmente en la Comunidad Valenciana; y porque estamos convencidos de que el rol de Aenor puede contribuir al éxito del proyecto”, expone Javier Mejía, director de Marketing de Aenor.
Emisión de CO2
EMIVASA dirige voluntariamente esfuerzos económicos para compensar su huella de carbono, cifrada en 6,2 millones de toneladas de CO2 y que, «es la más baja de Europa en el sector. Ahora estamos trabajando para poder redirigir en el futuro ese capital que ahora va al extranjero a la agricultura sostenible local para demostrar el enorme potencial que tiene la huerta y su actividad, y contribuir así a su cuidado, favoreciendo además la absorción de carbono e imprimiendo en la sociedad la conciencia medioambiental tan necesaria en la actualidad”, ha insistido Valía.