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El 50% del aumento de la productividad agrícola se debe a la mejora vegetal

La Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) ha presentado en Bruselas, en el Parlamento Europeo el informe desarrollado por el Institut Cerdà que, por primera vez, cuantifica las aportaciones económicas, sociales y medioambientales del sector obtentor en España.

Una de las conclusiones más destacadas del informe es que la mejora de semillas y plantas aportó a la economía española casi 1.000 millones de euros en 2019, lo que significa 1.900€ cada minuto.

Por otro lado, de acuerdo con el Instituto Cerdà, la mejora vegetal también ha hecho posible la creación de casi 16.000 puestos de trabajo anuales en 2019, lo que supone un promedio de 44 empleos al día. Además, en los últimos 20 años, ha incrementado los ingresos de los agricultores en más de 17.700 millones de euros.

Según señala el informe, “el sector obtentor es clave para la alimentación y la economía, ya que la competitividad y calidad de su actividad transciende en todos los eslabones de la cadena, beneficiando a la sociedad, el medio ambiente y la economía en su conjunto”. El informe reconoce, no obstante, que “el sector es aún poco conocido entre la población, las instituciones y los mismos agentes de la cadena, que desconocen el origen de sus productos y no son conscientes de las inversiones ni del impacto de las investigaciones que desarrolla el sector”.

Principales aportaciones de la mejora vegetal

La aportación fundamental de la mejora de semillas y plantas es el incremento de la productividad. Se estima que a ella se debe el 50% del aumento de la productividad agrícola mundial a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Por otro lado, ha permitido producir de forma más sostenible para poder alcanzar los objetivos que la UE se ha fijado a través del Pacto Verde Europeo.

En segundo lugar, se ha reducido el uso de fertilizantes. En el caso del tomate la cifra alcanza más de 375.000 Mt en los últimos 5 años. También se ha reducido el uso de fitosanitarios consiguiendo un ahorro de 540.000 kg anuales y aumentando la resistencia a plagas y enfermedades. Por otro lado, la mejora vegetal ha contribuido a un menor consumo hídrico y energético. Entre los cultivos de maíz y de tomate, por ejemplo, se han conseguido ahorrar un total anual de 35 millones de metros cúbicos de agua, lo que equivale al agua de 14.000 piscinas olímpicas. La mejora vegetal ha hecho posible también el ahorro de 3,5 millones de Gj/anuales, que es una cantidad similar al consumo de 100.000 hogares en un año.

Además, la mejora de semillas y plantas ha contribuido a reducir las emisiones de CO2 en un total de 262.000 toneladas al año, lo que equivale a las emisiones anuales de alrededor de 154.500 coches y a ahorrar casi 260.000 hectáreas de suelo, equivalentes a 370.000 campos de futbol. Por último, como señala el informe, “la mejora vegetal ha permitido contener los costes de las materias primas, mejorar las propiedades y la calidad nutricional de los productos, satisfacer las cada vez más exigentes necesidades de los consumidores, contener los precios de los alimentos e incrementar la seguridad y trazabilidad alimentaria”.

La decidida apuesta de ANOVE por el I+D

A lo largo de los años, la investigación ha permitido adaptar variedades a lugares y climas donde antes no se cultivaban, mejorar la tolerancia a las condiciones climáticas extremas, aumentar la protección contra plagas y enfermedades y multiplicar el rendimiento de las explotaciones reduciendo, además, los costes de explotación. En este sentido, la mejora de semillas y plantas es, según ha señalado Antonio Villarroel, Director General de Anove “una actividad con una enorme trascendencia económica, social y medioambiental, y altamente tecnológica, basada en la investigación”. Además, ha señalado que “el desarrollo de cada nueva variedad supone de 10 a 12 años de trabajo y más de 3 millones de euros, por lo que la mejora vegetal solo es posible con una inversión continua en programas de investigación”.

Las empresas dedicadas a la mejora de semillas y plantas invirtieron el año pasado en España, aproximadamente el 20% de su facturación. Atendiendo a los datos de la Comisión Europea, este porcentaje supera incluso, proporcionalmente, al de sectores como los de automoción, farmacéutico, aeroespacial o el de tecnología de la información.

Según ANOVE, las 59 empresas y centros públicos de investigación a los que representa disponen en España de 62 centros de I+D+i. El 38% de la plantilla de estas organizaciones está asignado directamente al área de I+D, y, debido a su alta cualificación, la ratio de producción por trabajador alcanza la elevada cifra de 230.000 euros/año.

El impacto de las herramientas de edición genética en la mejora vegetal

Según Villarroel, “la obtención de nuevas variedades mediante técnicas de edición genética es una actividad altamente especializada que transfiere tecnología del laboratorio al campo, constituyendo el eje central de la cadena alimentaria e impulsando el desarrollo agrícola”. Además, Villarroel ha puesto especial énfasis en subrayar que, “gracias a la labor de investigación se pueden mejorar las variedades vegetales actuales y desarrollar otras nuevas, aumentar la productividad y hacer realidad una agricultura sostenible como a la que se aspira en la UE”. En esta misma línea, Francisco Barro Losada, investigador del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC), ha señalado que “el gran desafío es poder desarrollar variedades que sean capaces de afrontar los enormes retos de la agricultura”.

Pero, el director general de ANOVE ha remarcado también que “para que se puedan desarrollar las estrategias de la UE es necesario confiar en la mejora vegetal: promover nuevas técnicas de mejora genética resulta imprescindible, pues solo gracias a ellas se puede acelerar el proceso de desarrollo de nuevas variedades, con plenas garantías sanitarias y a costes asumibles”.

Por eso, Clara Eugenia Aguilera García, Vicepresidenta de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo, ha asegurado que “las nuevas técnicas de edición genética podrían ser la solución para lograr los objetivos del Pacto Verde Europeo”. Además, Villarroel ha insistido en que “es imprescindible que se puedan emplear todas las tecnologías disponibles, especialmente aquellas que, como la edición genética, consiguen obtener mejoras de los cultivos de forma más eficaz y en un menor tiempo. Por eso, el marco normativo y regulatorio general en la UE tiene que fomentar y no impedir las inversiones necesarias para la futura obtención de plantas y semillas”.

Por último, Inmaculada Rodríguez-Piñero, Parlamentaria Europea, ha clausurado el acto afirmado la necesidad de “combatir el miedo a los avances científicos para que todos nos podamos beneficiar y se pueda garantizar el futuro al que aspiramos en la UE”.