Se trata de una tecnología generalizable a diferentes especies y variedades de fruta y que ha sido desarrollada en el marco del proyecto «Karpolife», según ha indicado la UPM este miércoles en un comunicado.
Puede ser de gran ayuda al sector logístico de comercialización de frutas y verduras ya que contribuye a minimizar las pérdidas, así como el desperdicio alimentario y la huella de carbono, según la institución universitaria.
A la vez, este cálculo más preciso permitirá una mejor previsión de la frescura y calidad esperada de la fruta lista para comer y, por lo tanto, redundará en beneficio de los consumidores.
Durante la investigación, se simularon los protocolos de postcosecha para la obtención de fruta lista para el consumo para cinco variedades de melocotón y otras cinco de nectarinas.
Se registró también la temperatura de forma continua a lo largo de dicho protocolo, mientras que los análisis instrumentales y sensoriales se tomaron al final de cada etapa del mismo.
Los resultados basados en los datos instrumentales permitieron identificar que los parámetros que mejor indican la evolución de la madurez de la fruta son la jugosidad y la firmeza, teniendo esta última además una relación significativa con la vida útil remanente.
Los modelos genéricos estiman que los melocotones tienen cuatro días de vida útil y las nectarinas ocho días pero con los valores específicos desarrollados la vida útil remanente para los melocotones es de 2-2,5 días mientras que para las nectarinas aumenta hasta los 12,6 días.