Con una superficie regular aproximada de unas 4.700 ha y una producción anual que ronda las 40.600 toneladas. Este incremento se debe principalmente a la alta demanda de esta fruta por los consumidores europeos debido a su delicioso sabor y elevado valor nutritivo. Nuestra ubicación geográfica permite, además, acceder a los principales mercados europeos (Portugal, Francia y Alemania) en pocas horas con un producto de alta calidad y con un grado de maduración óptimo.
Desde el punto de vista fitosanitario, el cultivo del mango en nuestro país presenta diferentes plagas favorecidas por las particulares condiciones agroclimáticas que se dan en las principales regiones productoras. Entre ellas destaca, sin duda, la cochinilla blanca, Aulacaspis tubercularis, al ocasionar importantes pérdidas económicas por el daño estético que causa en el fruto y que deprecia su valor comercial. Se trata de una especie cosmopolita de origen asiático y considerada una de las plagas más importantes del mango a nivel mundial. Desde su aparición en el sur peninsular en el año 2010, esta plaga ha afectado de forma importante la sostenibilidad del cultivo del mango, constituyendo una seria preocupación para el sector productivo. En nuestras latitudes, la cochinilla blanca está presente durante todo al año, aunque en los meses de finales de verano y principios de otoño su incidencia es mayor, ya que prefiere temperaturas altas y humedades relativas bajas para su desarrollo. Por tanto, el desarrollo óptimo de la plaga coincide con la maduración y recolección de los frutos, etapa de mayor susceptibilidad para el cultivo.
La cochinilla blanca se desarrolla principalmente en las zonas más sombreadas del árbol, ocupando preferentemente las zonas bajas y el interior de la copa. Los daños que provoca en mango son principalmente estéticos y se deben a la succión de savia elaborada (floema) por parte de las hembras y estados inmaduros cuando se alimentan sobre hojas, ramas y frutos. Ataques graves pueden producir una disminución de la capacidad fotosintética, floración deficiente, seca de ramas jóvenes e incluso la muerte del árbol en casos extremos. En hojas, ocasiona manchas cloróticas y muerte de las zonas afectadas, llegando a producir defoliaciones en ataques intensos. En frutos, aunque no causa daños en la pulpa, produce manchas rosadas alrededor de las zonas atacadas, pudiendo alterar la maduración y depreciando su calidad y valor comercial. En algunas ocasiones, estos daños pueden llegar a suponer la pérdida de hasta el 30% de la cosecha si no se controla la plaga a tiempo, principalmente en variedades tardías cultivadas en ecológico, lo cual pone de manifiesto su importancia económica.
Actualmente, las estrategias de control de la cochinilla blanca se basan principalmente en la realización de podas fitosanitarias durante el invierno y en la repetida aplicación de un reducido número de materias activas autorizadas que muestran una eficacia muy limitada. Asimismo, se ha observado que la utilización incorrecta de algunos de estos productos fitosanitarios puede provocar floraciones reducidas o manchas en frutos, por lo que se recomienda realizar las aplicaciones a principios de primavera, después de la floración y antes de que las cochinillas emigren al fruto.
Elevada incidencia
Por ello, debido a la elevada incidencia de esta plaga en los últimos años y a las dificultades para su control, el equipo del Laboratorio de Entomología Agrícola del Centro IFAPA de Málaga viene desarrollando recientemente el proyecto de investigación titulado “Innovaciones para la sostenibilidad, productividad y mejora de los cultivos subtropicales (mango y chirimoyo)» cofinanciado al 80% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, dentro del Programa Operativo FEDER de Andalucía 2014-2020, que, entre sus objetivos, pretende establecer medidas sostenibles para su manejo respetuosas con la salud del consumidor y el medio ambiente. Estas medidas se basan en la conservación de sus enemigos naturales, así como en el desarrollo de métodos de control biotécnico mediante el uso de semioquímicos de confusión sexual.
Entre los resultados preliminares del proyecto, se ha constatado que existe un complejo de especies de insectos beneficiosos que ejercen un importante control natural de la cochinilla blanca en los cultivos de mango andaluces. Sin embargo, hay que resaltar que esta diversidad de insectos auxiliares se ve muy mermada por el empleo de determinados productos fitosanitarios. Entre los depredadores destaca el coleóptero Cybocephalus nipponicus, que presenta su máximo poblacional a principios de septiembre, coincidiendo con la mayor incidencia de plaga en el cultivo. También se han observado adultos del coccinélido Stethorus pusillus, larvas de Chrysopa sp., dípteros cecidómidos e incluso ácaros fitoseidos, depredando diferentes estadios de la plaga. Entre los parasitoides, destaca la elevada incidencia del himenóptero Encarsia citrina con porcentajes de parasitismo que superan el 40% en ciertas épocas del año. Sin embargo, la incidencia y estacionalidad de estos enemigos naturales en el litoral andaluz es insuficiente para mantener las poblaciones de la cochinilla blanca por debajo de los umbrales económicos de daño, siendo necesario adoptar medidas complementarias para su conservación, como son el empleo de infraestructuras ecológicas que suministren recursos alimenticios (néctar, polen y presas alternativas) y zonas de refugio, así como la utilización de productos fitosanitarios respetuosos con la fauna auxiliar.