El Ministerio y las Comunidades Autónomas están en alerta desde la pasada primavera ante el denominado virus rugoso del tomate (Tomatobrownrugose fruit virus, ToBRFV). Aunque aún no se ha detectado su presencia en España, “se trata de un nuevo organismo nocivo” que es “muy persistente y fácilmente transmisible y para el que aún no hay resistencias”. Así lo ha señalado, por ejemplo, la Dirección General de la Producción Agrícola y Ganadera de la Junta de Andalucía desde la que se subraya que es“vital evitar la llegada del virus a nuestro país”.
Ante la posibilidad de que el virus se haga presente en España, ANOVE ha puesto a disposición de las administraciones su colaboración, singularmente a través de su unidad de sanidad vegetal que puede llevar a cabo testeos específicos.
Este nuevo patógeno no ofrece el menor riesgo para la alimentación humana por lo que los consumidores deben estar absolutamente tranquilos. Pero sí “constituye una seria amenaza para los cultivos de tomate y pimiento” en los invernaderos, principalmente en las provincias de Almería, Murcia, Granada y Badajoz, en las que se concentra la mayor parte de la producción. Dado que los síntomas de la enfermedad hacen que los frutos no sean comercializables, su llegada y dispersión implicaría importantes pérdidas económicas, puesto que una vez que el virus se introduce en un área, las medidas de control resultan muy limitadas y se basan principalmente en la eliminación de plantas infectadas y en estrictas medidas de higiene. Por eso esta enfermedad vegetal puede ocasionar pérdidas en las exploraciones de entre 30 al 70% del rendimiento.
España produce casi la mitad del pimiento de la Unión Europea y es el quinto productor mundial, con 1.130 millones de kilos, más de 18.500 hectáreas y 6’11 kilos/metro cuadrado, el mayor rendimiento de los diez mayores productores mundiales. De entre los 30 mayores productores mundiales, solo Israel tiene un rendimiento similar.
España es el octavo productor mundial de tomate con casi 4.700 millones de kilos. La superficie que dedicó a esta producción fue de 54.000 hectáreas, con un rendimiento medio por metro cuadrado de 8’62 kilos.
Medidas de prevención
ToBRFV se transmite por contacto (herramientas contaminadas, manos, ropa, contacto directo de planta a planta) y material de propagación (injertos, esquejes). Para evitar la infección de las plantaciones y su transmisión se debe permanecer especialmente vigilantes e implementar las siguientes medidas de control, basadas en profilaxis e higiene:
– Las plántulas deben ser inspeccionadas y garantizada su sanidad por lo que se deben utilizar plántulas procedentes de semilleros debidamente inscritos en los registros oficiales de Productores, Comerciantes e Importadores de Vegetales y disponer del correspondiente Pasaporte Fitosanitario.
– Eliminar al máximo posible los restos vegetales de los cultivos anteriores, incluidas las raíces.
– Realizar una exhaustiva desinfección de manos y útiles de trabajo antes del inicio de cada operación y, especialmente, en los casos de aquellas herramientas que pudieran haber sido empleadas en otros invernaderos.
– Considerar la posibilidad de rotación de cultivos, incluyendo aquellos no sensibles o resistentes.
– No tocar las plantas sospechosas y comunicar de su presencia al servicio técnico, que en caso necesario se pondrá en contacto con el Departamento de Sanidad Vegetal de la Consejería competente. Si se determinara que existen plantas infectadas se procedería a su destrucción a través de un Gestor de residuos autorizado.
Características del virus
En 2014 un nuevo virus infectó las primeras plantas de tomate en Israel. En 2018 TBRFV fue identificado en cultivos de jitomate en Alemania y en el sur de Italia. La enfermedad fue erradicada en Alemania, pero el virus se detectó nuevamente en Italia a principios de 2019. Se identificó también en plantas de jitomate en un invernadero en California en 2018; la enfermedad se considera erradicada en Estados Unidos desde que se destruyeron todas las plantas del invernadero. Sin embargo, en México está presente en 20 estados y también ha sido detectado en Jordania, Turquía, China y recientemente en Reino Unido.
Los síntomas varían en función de la edad de la planta; los más severos se presentan en plantas infectadas a edades más tempranas. La variedad del tomate y sus condiciones de cultivo (temperatura y luz) también influyen, al igual que la carga frutal y el estado nutricional. Los síntomas se desarrollan dentro de los 12 a los 18 días de la infección de la planta.
Estos virus son muy estables fuera de la planta huésped ya que pueden sobrevivir en restos de cultivos, en la tierra, así como en implementos, estacas, alambres de enrejado, contenedores, bancas de invernadero y semilleros durante meses o años. Se transmiten mecánicamente en la savia de la planta infectada, lo que significa que cualquier cosa que transmita la savia infectada de una planta a otra puede propagar la enfermedad. Por lo tanto, el ToBRFV se puede propagar fácilmente durante las operaciones de producción comercial que incluye el trasplante, la poda, el entutorado, el enrejado, el atado, la pulverización y la cosecha.
El virus se transmite también a través de los abejorros durante el proceso de polinización de las plantas de tomate infectadas. Existe la posibilidad de que el ToBRFV puede también transmitirse a través de las semillas, aunque esto aún no se ha podido verifica