Hoy, 7 de agosto de 2024, hace 10 años que el mercado ruso se cerró a toda importación de frutas y hortalizas de la Unión Europea y de otros productos alimenticios comunitarios.
En diez años, la Europa productora no ha podido compensar la pérdida de este mercado, pero ha sabido reestructurarse y consolidar el mercado europeo y seguir diversificando su exportación.
Una década después, España ha perdido 20.000 hectáreas de melocotón y nectarinas y exporta un 17% menos respecto al año 2013. Italia fue uno de los otros países europeos afectado con una bajada de 20.000 hectáreas de melocotón y una nectarina y Otras 10.000 hectáreas de pera.
Rusia ha sustituido la importación de fruta de hueso básicamente por las exportaciones turcas que se han incrementado considerablemente pasando de las 34.147t exportadas en 2013 a las 225.959t en 2023.
Polonia y Bélgica tuvieron que cambiar drásticamente su perfil exportador sustituyendo a los destinos para las 758.000 toneladas de manzanas y las 100.00 toneladas de peras que estos países enviaban respectivamente al mercado ruso.
Rusia, por su parte, también ha incrementado su superficie de plantación de frutas y verduras en un 32 por ciento en global. En concreto, Rusia tiene actualmente más de 10.000 hectáreas nuevas de peral y más de 50.000 hectáreas de manzanos. La nueva superficie rusa de manzana sería equivalente a toda la manzana catalana.
Mercado con 150 millones de consumidores
Según Manel Simon, director general de Afrucat, “desde el veto ruso, hemos recorrido un camino costoso, doloroso y muy complicado. Perdimos de repente un mercado con 150 millones de consumidores que tenía un índice de crecimiento muy interesante en un momento en que España era la primera exportadora mundial de melocotones y nectarinas y Cataluña representaba el 55% de esa exportación total”.
Para Simon fue un momento crítico no sólo para los melocotones y las nectarinas, sino que “se produjo una presión global en los precios de toda la fruta dulce europea. Los polacos no sabían qué hacer con las manzanas, Bélgica y Holanda tenían stocks de pera y el mediterráneo un exceso de fruta de hueso. Esta situación desembocó en tres años de una grave crisis para todo el sector y representó un punto de inflexión para la fruticultura catalana”
“Nos reinventamos en un tiempo récord. Tuvimos que sustituir a Rusia por un incremento en el consumo interno y para reforzar las relaciones comerciales con países ya conocidos como eran Alemania e Italia”.
“Fue una etapa dura pero salimos más fuertes, redefinimos estrategias comerciales, redimensionamos empresas y sobre todo reforzamos nuestro mercado más cercano y principal que es el centroeuropeo, sin olvidar seguir diversificando nuestras exportaciones y abriendo nuevos mercados. Podemos afirmar que, en estos momentos, estamos más preparados y somos más resilientes”.