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25 años de control biológico en el pimiento: buscando aliados en la naturaleza

A poco más de un mes de la celebración del Encuentro 25 años de control biológico en el cultivo del pimiento en el sureste de España, que se celebrará el 3 y 4 de marzo.

Phytoma organizó un coloquio virtual para analizar el impacto que ha tenido la implantación de las técnicas de control biológico en los cultivos hortícolas, y los retos actuales más importantes.

En el coloquio intervinieron cinco profesionales que han sido protagonistas destacados de la decisiva transformación que desde finales del pasado siglo ha experimentado la agricultura del sureste peninsular: Juan Antonio Sánchez, Investigador coordinador del Equipo de Control Biológico y Servicios Ecosistémicos del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario, IMIDA, además de director científico de este Encuentro; Alfredo Lacasa, ex-investigador del IMIDA; Jan Van der Blom, del Departamento de Técnicas de Producción de COEXPHAL; Francisco José González Zapater, Jefe del Servicio de Sanidad Vegetal de la Región de Murcia; y Francisco Torró, del Departamento Técnico de Surinver.

Participantes

Los participantes recordaron los inicios del control biológico en el cultivo del pimiento en invernadero, el cambio de paradigma que supuso comprobar la posibilidad de combatir el trips de las flores mediante el empleo de enemigos naturales autóctonos. Ese hito se plasmó en un artículo publicado en Phytoma hace 25 años: ‘Datos preliminares sobre la utilización de Orius laevigatus (Fiegber) en el control de Frankliniella occidentalis (Perg.) en pimiento en invernadero’. Precisamente, dos de los autores de ese artículo fueron Juan Antonio Sánchez y Alfredo Lacasa. “Frankliniella y, sobre todo, los daños ocasionados por el virus del bronceado del tomate es lo que desencadena que llegáramos al control biológico. Era una enfermedad destructiva y un factor limitante para el cultivo porque el control químico y las medidas culturales eran insuficientes”, recordó Lacasa. Otras plagas, como la llegada de Bemisia tabaci, contra la que “el control químico se demostró claramente insuficiente”, también abonaron el terreno para la implantación de métodos alternativos.

El ex investigador del IMIDA también apuntó a la predisposición de los productores a adoptar estas técnicas, ya que había dificultades para la exportación por el establecimiento de los límites máximos de residuos, mientras que el principal competidor en el mercado del pimiento, Holanda, ya utilizaba con normalidad el control biológico.

“Había epidemias claramente incontrolables y había que estar tratando permanentemente. El control biológico se mostró estable: si uno contenía las poblaciones del trips al principio del cultivo, los enemigos naturales mantenían las poblaciones bajas y la virosis se controlaba de forma estable. Además, el sistema nuevo les dejaba un poco más de libertad para organizar mejor las recolecciones”, explicó Lacasa. “Era una situación fitosanitaria desesperante: tratamientos químicos continuos sobre trips y eficacia muy baja”, rememoró Francisco Torró. En los noventa, “el control químico en pimiento había llegado a una calle sin salida; ya no estaba funcionando”, añadió Jan Van der Blom.

Cambio de mentalidad

Francisco González Zapater sitúa en ese momento “el inicio de la gestión integrada de plagas; supuso un cambio de mentalidad de nuestros técnicos”. Para el responsable del Servicio de Sanidad Vegetal murciano, los cambios normativos también influyeron mucho en el establecimiento del control biológico: “Obligó a los productores a cambiar y apoyó los frutos que se habían obtenido en la investigación”.

Los cinco participantes del coloquio coincidieron en que la implantación no habría sido tan amplia y rápida en los invernaderos de Murcia, primero, y posteriormente en Almería, de no haber ofrecido tan buenos resultados en rendimiento y calidad de los cultivos. “El control biológico ha sido capaz de producir buenos resultados y sustituir la presión química de los cultivos mejoraba las condiciones vegetativas de las plantas, con aumentos de producción significativos”, aseguró Lacasa. “Los efectos positivos se extienden más allá de la producción del pimiento, afecta a todo el ecosistema agrícola: hoy en día, el problema de virus bronceado del tomate en cultivos como lechuga o apio es anecdótico”, defendió Torró.

“El control biológico funciona, y se ha establecido contra viento y marea”, aseguró Juan Antonio Sánchez, para quien “los beneficios socio-económicos que ha generado su implantación en el cultivo del pimiento son bestiales, y difícilmente cuantificables, como la mejora en la calidad de vida de los agricultores, la calidad y seguridad alimentarias, la reducción del impacto ambiental, el aumento de producción y de la mejora de la agricultura”. Reducir la exposición de los trabajadores y cultivadores a los fitosanitarios “ha supuesto una mejora en su calidad de vida muy significativa y apreciada por los agricultores”, reconoció Lacasa.

Fauna auxiliar autóctona

La implantación del control biológico no es un capítulo cerrado. Llegan nuevas plagas, nuevos problemas a los que buscar soluciones. Si en el inicio hubo un mayor empuje del control biológico clásico, la introducción de enemigos naturales cuya eficacia ya se había demostrado en otras zonas, la tendencia actual se inclina por la búsqueda de fauna auxiliar autóctona que pueda contribuir a ejercer un buen manejo de plagas. “Habría que potenciar y trabajar con especies autóctonas, que a fin de cuentas supone menor impacto ambiental y están mejor adaptadas a nuestras condiciones. Es evidente que las introducciones a veces han dado buenísimos resultados, un control estable excepcional, pero soy partidario de evaluar primero el potencial de nuestra fauna autóctona, de explorar la biodiversidad”, precisó Sánchez.

Necremnus tutae es un buen ejemplo de fauna autóctona muy eficaz, en este caso contra Tuta absoluta. Sin embargo, las casas comerciales que han intentado desarrollar un sistema para su cría, se han encontrado con “un grave problema”, según admitió Van der Blom: cuando la población de parasitoides es superior a la de las presas, “matan al huésped sin parasitarlo, con lo que termina con todas las presas muertas pero sin reproducción del parasitoide”. Torró recordó que Surinver llegó a criar en sus insectarios parásitos autóctonos para el chinche verde (Nezara viridula), pero por falta de impulso el proyecto no prosperó. “Deberíamos impulsar este tipo de iniciativas, de sueltas de insectos autóctonos”.

Citando ejemplos como Rodolia cardinalis para el control de la cochinilla acanalada o Cales noacki contra la mosca blanca de los cítricos, Van der Blom reivindicó los “grandes éxitos” que ha tenido el control biológico clásico en la gestión integrada de plagas. “No tenemos que olvidar que estamos cultivando cultivos de otros continentes; sobre estas plantas vienen plagas que tampoco son de aquí y no siempre cabe esperar que el mejor enemigo natural para combatir estas plagas se encuentre en el patio de tu casa”.

La incorporación en torno a los cultivos de infraestructuras verdes, como setos, para favorecer la conservación de las poblaciones de enemigos naturales y fomentar el control biológico por conservación, es otra tendencia que va a cambiar por completo el paisaje de los invernaderos. “La biodiversidad puede contribuir de una manera notable al sistema de control de plagas que tenemos. Este nuevo enfoque agroecológico está dando muy buenos resultados”, valoró el investigador de COEXPHAL.

Para Torró, si “la primera revolución fue la introducción de los insectos”, la segunda sería el cambio de mentalidad para que el sistema sea lo más diverso y tenga en cuenta el control biológico por conservación y la ayuda de insectos de forma natural. En esta línea, Surinver trabaja desde hace cinco años en la implantación de setos alrededor de los invernaderos.

Sánchez también aboga por trabajar más el control biológico por conservación, estudiar qué plantas favorecen “el establecimiento y mantenimiento de poblaciones de enemigos naturales y facilitar una colonización rápida de los cultivos. Es una opción que nos va a dar muchas satisfacciones en el futuro”.

Para finalizar el coloquio, Sánchez hizo un llamamiento para seguir promoviendo y financiando la investigación en este ámbito. “La implantación del control biológico depende del conocimiento. Sin investigación, no conseguiremos avanzar más, porque son sistemas muy complejos. ¿Por qué no dedicamos una mínima parte de los beneficios económicos que ha generado para impulsar la investigación? No hay recursos suficientes para seguir avanzando”.