Nacional

30.000 millones de insectos beneficiosos cuidan de la calidad de verduras y frutas

Durante estos días se liberarán en los invernaderos solares de Almería y la costa de Granada unos 30.000 millones de insectos beneficiosos para controlar las plagas, lo que marca el inicio de la campaña agrícola.

Desde hace días, un ejército de minúsculos e imperceptibles insectos recorre los invernaderos del sur de Andalucía (Almería y la costa de Granada) donde se cultivan los principales productos hortícolas de invierno (pimiento, tomate, berenjena, pepino y calabacín). Su misión: combatir a las plagas que afectan a estos cultivos actuando como depredadores naturales y polinizar las flores.

Una lucha integrada apodada como la “revolución verde”, que destierra el uso de plaguicidas químicos y enarbola la bandera de la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente. Un hito que marca una diferencia fundamental con las técnicas agrícolas empleadas en otras zonas de España y del mundo.

Esta “guerra biológica” marca el inicio de la campaña agrícola y este año se liberarán alrededor de 30.000 millones de microscópicos insectos que ocuparán 25.000 de las 31.500 hectáreas de cultivo de invernaderos que existen en esta zona mediterránea, es decir, el 80% de la superficie total invernada. Esto la convierte en la mayor área de cultivos del mundo que emplea esta técnica respetuosa con el medio ambiente y con la salud de los trabajadores y consumidores.

El resultado son hortalizas más sanas y sostenibles, dos señas de identidad que los compradores han primado, especialmente, tras el impacto del Covid-19. Así lo corrobora un estudio realizado por Capgemini que revela que un 79% de los consumidores está cambiando sus preferencias de compra basándose en estándares de sostenibilidad.

“El empleo de control biológico de plagas ha seguido una evolución creciente en los invernaderos del sur de Europa y se presenta como una herramienta competitiva hacia sistemas productivos sostenibles, que influyen positivamente en la calidad de la producción obtenida y constituyen una respuesta a las demandas del consumidor”, afirma Jan van der Blom, responsable del departamento de Agroecología de APROA.

Un acierto nada desdeñable teniendo en cuenta que esta zona productiva abastece a más del 47% del mercado interno y al 50% de los mercados europeos, llegando a superar el 60% durante los meses de inverno, cuando la producción continental no es viable debido a las bajas temperaturas. En total, los invernaderos proporcionan alimentos saludables a 500 millones de europeos.

Pimiento a la cabeza en control biológico

La cuota de lucha integrada en el pimiento alcanzará esta temporada el 99% de la superficie y superará el 60% para el resto de productos. En concreto, el 73% de la superficie destinada al cultivo de berenjena se realiza con esta técnica, el 70% en el caso del pepino, el 60% en el tomate y el 16% en el cultivo de calabacín.

Producción Integrada y control Biológico

La producción integrada combina diferentes estrategias de protección contra plagas como el uso de barreras físicas (como dobles puertas de entrada a los invernaderos solares; mallas anti insecto en ventanas y laterales del invernadero; trampas contra insectos, tanto cromáticas como de feromonas), con la suelta de insectos que actúan como depredadores de las plagas.

Esta última técnica denominada Control Biológico, consiste en la suelta de insectos depredadores y persigue el mantenimiento de las poblaciones de plagas en un nivel inocuo para los cultivos. Además, entre las funciones de estos insectos también está la de polinizar las flores, misión de los abejorros.

El próximo paso: entomohoteles La implantación de los insectos beneficiosos es de tal magnitud en estas zonas productoras que ya se está trabajando en un siguiente escalón: los entomohoteles. Este proyecto consiste en la implantación de setos perimetrales de flora autóctona alrededor de los invernaderos y de la construcción de refugios para los insectos beneficiosos (entomohoteles).

Con ello se persigue un doble objetivo, por un lado, construir una primera barrera para disminuir la introducción de plagas en el interior de las fincas; y por otro lado, mitigar el impacto visual que causan los plásticos de este tipo de instalaciones.