El Ministerio de Agricultura indicó que ha notificado la existencia de ese foco, el primero detectado en Francia, a la Comisión Europea y que se ha puesto en marcha una investigación europea para remontar la traza de la contaminación.
Se han tomado medidas de confinamiento y de aislamiento total de la explotación infectada, que se encuentra en el departamento de Finistère, en espera de que se proceda a la destrucción de los tomates y a la descontaminación de las instalaciones.
También se están realizando controles en aquellas que se sabe que han recibido plantas del mismo lote y se ha puesto en marcha una vigilancia reforzada en las de los alrededores.
El Ministerio, que recordó que este virus no tiene ningún efecto nocivo para la salud de las personas pero que puede generar un grave impacto económico, insistió en la necesidad de respetar las reglas estrictas de seguridad en todos los viveros y campos de producción de tomates y de pimientos con carácter preventivo.
La razón es que se puede diseminar fácilmente por simple contacto, lo que exige que todos los que trabajan en los invernaderos cumplan con esas reglas, pero también los que penetren en las explotaciones.
Esta enfermedad se observó por primera vez en Israel en 2014 y después se han constatado igualmente contaminaciones en 2018 en México, Estados Unidos, Alemania e Italia y en 2019 en Países Bajos, Reino Unido y Grecia.
El tomate es la principal producción de la horticultura en Francia, con 712.000 toneladas en 2018, a los que hay que sumar alrededor de 400.000 toneladas en huertos particulares. Cada familia francesa consume de media más de 13,9 kilos al año.