Internacional

La presencia de la fruta española en China es aún escasa, según el ICEX

El conocimiento y la presencia de la fruta española entre los consumidores chinos son aún «escasos» en un mercado que debido a su crecimiento, su liberalización y a la limitada competencia por los protocolos necesarios para la exportación representa una oportunidad para las empresas españolas.

Así se desprende del informe realizado por la Oficina Económica Comercial de la Embajada Española en Cantón, que ha distribuido el ICEX, en el que se asegura que las empresas que se decidan a dar el salto y exportar a China con un plan «bien definido» podrán encontrar un «excelente mercado».

Actualmente, España cuenta con protocolos para la exportación de cítricos como naranjas, limones, mandarinas y pomelos desde 2005; en 2016, se abrió la puerta a la fruta de hueso como melocotones, nectarinas, paraguayos y ciruelas.

Ha sido esta apertura la que ha disparado el valor de la venta de fruta a este mercado, que ha pasado de los 1,3 millones de euros en 2014, hasta superar los 49 millones de euros en 2019.

Además, desde noviembre de 2018 y tras la visita del presidente chino a España, se firmó el protocolo para la exportación de uva de mesa que aún se encuentra en el proceso de autorización de los huertos y almacenes para exportar este producto a China.

Para el ICEX, estos protocolos suponen una barrera para el comercio internacional, pero también favorece la posición de las empresas exportadoras al limitar la competencia exterior.

El informe señala también que los proveedores extranjeros deben afrontar «obstáculos e incertidumbres» vinculados a la «arbitrariedad en ciertos despachos aduaneros», en la aplicación de regulaciones y en la inspección y cuarentena.

Se trata de un mercado de pleno crecimiento y, por ello, la capacidad productiva agrícola también se está expandiendo de manera notable, con un crecimiento del 15 % en el periodo 2012-2017.

En esta línea, el ICEX detecta las oportunidades para los exportadores en los meses en los que la oferta local es escasa y puede ser atendida por las empresas españolas, donde las temporadas son más largas y hay un mayor número de variedades.

En términos generales, las frutas exportadas son percibidas como un producto de cierta exclusividad, reservado para la clase media y alta, e incluso utilizada como regalo de cortesía.

Como respuesta a esta percepción, otros países competidores han seguido una estrategia de exportación de fruta de máxima calidad, visualmente atractiva, con grandes calibres y cuidadosamente embalada.