Los belgas que están cerca de la frontera con Francia o con Alemania se dan el salto para comprar y hacer la cesta de la compra en los supermercados de estos dos destinos. El motivo: Por un puñado de euros. Algo más de un euro de ahorro y pocos kilómetros de distancia es lo que separa un pack de seis latas de refresco comprado en Francia del mismo producto adquirido en la misma cadena de supermercados en Bélgica, una diferencia que llevó a un tercio de los belgas a hacer su compra en 2018 fuera de su país.
«La tasa para las bebidas azucaradas, un impuesto para el embalaje y un IVA más elevado» que en los países colindantes son factores determinantes para que la compra se encarezca más de un 10 % en Bélgica, explica el portavoz de la federación de la industria alimentaria belga Fevia, Nicholas Courant a la agencia Efe.
La diferencia de precios es especialmente relevante en los refrescos, el agua embotellada y el alcohol, un ahorro que empuja a ciudadanos como la española afincada en Bélgica, Vanesa González, a visitar tanto Francia como Alemania para adquirir algunos de estos productos.
«Nosotros compramos agua mineral pero también pañales para bebés, que en Alemania están a mitad de precio» aseguró González que también viaja a Francia para proveerse de artículos que no se encuentran en los supermercados belgas.
Recientemente un informe de la consultora de mercados GfK reveló que la visitas comerciales de los belgas a sus vecinos del sur aumentaron un 71,7 % entre 2008 y 2018, aun teniendo en cuenta la reintroducción de controles fronterizos posteriores a los ataques terroristas en Francia de 2015 y 2016.
En el total de los cuatro países fronterizos con Bélgica (Francia, los Países Bajos, Alemania y Luxemburgo) las compras hechas por belgas subieron un 43,6 % en la última década, que resultó en una bajada de las ventas en Bélgica del 5,3 % en 2018.
«Esto es una pérdida para la economía belga porque el dinero se utiliza en otro país y hay un descenso en la competitividad de los comercios», alegó Courant, quién recordó que el año pasado los belgas gastaron 616 millones de euros en compras en el extranjero. Y ya que están en Francia o Alemania realizan otras compras cuando hay promociones. Alemania es el destino de las promos en las tiendas descuento en capítulos como las frutas y hortalizas, donde grupos como Netto, Lidl, Aldi o Norma están acostumbradas a presiones y precios muy competitivos en la categoría de frescos.
Además, indicó que aunque el mercado belga se sustente en gran medida gracias a las ventas a otros países «las exportaciones ya no compensan las pérdidas del mercado interno» y reclamó que gobierno reduzca los impuestos para salvar la situación.
Pero no solo la diferencia de precios es relevante en este problema, el pequeño tamaño de Bélgica hace que gran parte de su población viva a menos de una hora de la frontera y facilita el desplazamiento ocasional de los compradores. Por ejemplo Bruselas, situada en el centro del país, se encuentra a poco más de 100 km de Francia o los Países Bajos y a cerca de 150 km de Alemania.
Esta proximidad hace a Bélgica «particularmente vulnerable» a las compras en el exterior explicó Courant, a lo que se tiene que sumar el hecho que muchas familias disponen de los llamados coches de empresa, un beneficio habitual en las compañías belgas, que se ahorran así parte de los elevados impuestos del país.
Según Febiac, la asociación del automóvil belga, el 22 % del total de 5,8 millones de coches registrados en el país cumple estas características y facilita a los beneficiados la decisión de aventurarse al extranjero, ya que normalmente las empresas pagan la gasolina.