Las cadenas rumanas elevaron sus ventas durante julio en más de un cinco por ciento, lo que supone un descenso de casi un punto con respecto al mismo mes del año pasado. Estas cifras no fueron por el incremento de la alimentación, sino por el incremento de tabacos, alcoholes, gasolinas y productos no alimenticios.
Y es que ha sido un verano con muchas anomalías climatológicas que provocó mucha oferta al principio y escasez al final, por lo que los precios de los productos frescos se elevaron y el consumidor rumano decidió adquirir otro tipo de productos.
Los datos, facilitados por el Instituto de Estadística de Rumanía, desvelan que las previsiones para agosto serán similares o peores, ya que los productos frescos sufrieron procesos inflacionistas ante la falta de género en los lineales de los supermercados.