Y es que “la tendencia en el consumo de hortalizas en Francia es favorable y solamente se debilita por problemas climatológicos que afecta a la disponibilidad de producto en los lineales y el consabido incremento de los precios”, apunta Matthieu Serrurier, analista del Centre Technique Interprofessionel de Fruits et Legumes (Ctifl).
A pesar de este descenso en la demanda hortícola, no existe el más mínimo temor entre los operadores y profesionales de Francia de cambio de tendencia, ya que “la coyuntura durante 2017 no ha sido la mejor. Hemos vivido un año muy seco, con heladas en invierno y falta de agua en primavera, lo que ha condicionado la falta de género durante muchos meses y el incremento de los precios”, señala el consultor Serrurier. Frecuencia de compra.
La falta de disponibilidad de género ha tenido consecuencias en la frecuencia de compra. Y es que la frecuencia de compra de los franceses a las tiendas para la adquisición de hortalizas se redujo hasta las 48,3 veces al año frente a las 49,6 veces del ejercicio 2016.
Históricamente cuando la frecuencia de compra se reduce, lo hace también la demanda de hortalizas en Francia, “debido a que el volumen de hortícolas por acción de compra se sitúa en los 1.700 gramos en los últimos cuatro años”, señala el estudio del Ctifl. No todos los productos respondieron de la misma manera a la falta de disponibilidad y una de las referencias que más se vio beneficiada fue la IV gama. La IV gama elevó ligeramente el consumo ante el precio elevado de las lechugas frescas y alcanzó al 85 por ciento de los hogares durante 2017, lo que supone un nuevo record de penetración. Los problemas de disponibilidad de la hoja elevaron las posibilidades también de la endivia y de los puerros, al igual que el calabacín, que mantuvo durante la campaña pasada su inercia positiva iniciada años atrás.