Ailimpo teme además de las citadas barreras no arancelarias, algún tipo de fricción comercial por la divergencia normativa entre la UE y el Reino Unido en materia de sanidad vegetal, con límites máximos de residuos de pesticidas, normas de calidad o producción ecológica, entre otras.
También preocupa la nueva tramitación aduanera y las implicaciones logísticas cuando Reino Unido pase a ser un país tercero, o la desaparición del mecanismo de auto-repercusión del IVA en las adquisiciones intracomunitarias, que podría suponer costes financieros debido al diferimiento entre el pago y su recuperación.