Un estudio reciente realizado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y el CSIC revela que fomentar los policultivos de hortalizas y los cultivos rotativos reduce la propagación de bacterias resistentes a antibióticos en suelos agrícolas.
Los datos de este estudio, publicados en la revista Advanced Science, indican que los cultivos que combinan varias hortalizas tienen menos bacterias resistentes a antibióticos, ya que a mayor diversidad de vegetales, las raíces liberan más variedad de exudados (compuestos de los que se nutren las bacterias).
En este estudio del CREAF y del CSIC, también han participado la Universidad de Nanjing en China, así como el Centro de Investigación de Ingeniería de Jiangsu para la Utilización del Suelo y la Agricultura Sostenible y el Centro Jiangsu para la Innovación Colaborativa en Información Geográfica, también ubicados en China.
Evitar aguas residuales
Según los autores del estudio, fomentar cultivos combinados, reducir el uso de antibióticos en el ganado y evitar regar con aguas residuales pueden ser factores clave para asegurar la eficacia de los tratamientos antibióticos en humanos.
El Banco Mundial predice que en 2050 las bacterias resistentes a antibióticos —capaces de sobrevivir a medicamentos diseñados para eliminarlas— podrían causar más de 10 millones de muertos al año.
Uno de los principales focos donde proliferan estos microorganismos se encuentra en los suelos agrícolas, ya que se utilizan abonos de origen animal cargados de estos microbios y restos de antibióticos.
El estudio apunta a que, dependiendo del tipo de suelo, una mayor diversidad de plantas reduce entre un 20 % y un 50 % la abundancia de genes de resistencia a antibióticos y elementos genéticos móviles, que son secuencias de ADN que saltan de un microorganismo a otro y facilitan la transferencia de genes resistentes.
De los datos obtenidos se desprende que la clave está en los compuestos que las raíces liberan en el suelo, los exudados, como azúcares, hormonas, vitaminas, ácidos orgánicos y aminoácidos, que son fuentes de alimento para estos organismos microscópicos.
Según Josep Peñuelas, investigador del CSIC en el CREAF y uno de los autores del estudio, «combinar varias especies vegetales favorece la disponibilidad de más tipos de compuestos en el suelo» y esto «aumenta la variedad de comunidades microbianas, se compite más por los recursos y las bacterias de alto riesgo no pueden proliferar tanto».
El ganado, explica este investigador, ingiere antibióticos para tratar enfermedades y, si se administran en exceso, las bacterias pueden desarrollar resistencia. Estos microorganismos acaban en los excrementos que conforman el abono y lo pueden contaminar.
Combinar hortalizas
El experimento se ha llevado a cabo durante siete meses en casi un centenar de macetas que simulaban un suelo agrícola, y en cada maceta se añadió abono de origen animal, utilizado para fertilizar la tierra.
En la mitad de las macetas se cultivó una sola especie de planta, simulando el monocultivo, y en la otra mitad se combinaron entre 3 y 4 especies: lechuga, tomate, ajo, alfalfa, apio y pimiento.
Además, también se plantó sobre tres tipos de suelo: en el negro, con mucha materia orgánica, donde observaron una reducción de genes de resistencia a antibióticos del 51,2 %, y en fluvoacuático y el rojo, con menos materia orgánica, donde se redujo cerca de un 20 %.
Del suelo a la boca
Las bacterias resistentes a antibióticos presentes en suelos agrícolas pueden transmitirse a los humanos a través de diversas rutas.
Por ejemplo, dichas bacterias pueden adherirse a la superficie de hojas, frutos y hortalizas, y si los alimentos contaminados no se lavan o cocinan adecuadamente, podemos ingerirlas.
Una vez en el sistema digestivo, pueden contribuir a transmitir genes de resistencia a antibióticos en la microbiota de las personas, y esto puede hacer que los antibióticos no sean tan efectivos o no funcionen correctamente cuando se usan para tratar infecciones.
Los investigadores recomiendan evitar el uso de estiércol sin procesar, no regar con aguas residuales que también pueden arrastrar restos de antibióticos y microorganismos y, en general, hay que disminuir el uso innecesario de antibióticos en animales.