Casi un 70% de los agricultores españoles activos en la actualidad estarán jubilados o en edad de hacerlo en apenas una década. Así lo denuncia SOS Rural, plataforma independiente en defensa de los intereses del mundo rural, que exige medidas urgentes por parte de la Administración para facilitar la entrada de los jóvenes y evitar la desaparición de un sector muy envejecido. “La edad media de los agricultores españoles es de 62 años, más de la mitad de ellos tiene más de 65 años y casi el 70% es mayor de 56”, destaca Natalia Corbalán, portavoz de SOS Rural.
En este contexto, en el que sólo el 8% de los 770.000 agricultores españoles —el 3,6% del total de los ocupados, según la Encuesta de Población Activa (EPA)— tiene menos de 41 años, se han perdido 3.700 trabajadores autónomos en la agricultura (-1,4%) en España en 2024 con respecto a 2023, según los datos del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). “Las pequeñas explotaciones con un autónomo al frente representan un 80% del total en España”, matiza Corbalán.
Estas cifras amenazan con convertir a la agricultura en una actividad residual, con el gravísimo riesgo que eso supone para un país y sus ciudadanos. “Hay que tener en cuenta que los agricultores mayores de 65 años gestionan en su mayor parte explotaciones menores de 8.000 euros de dimensión económica que, desgraciadamente, son de fácil desaparición”, añade la portavoz de SOS Rural. De hecho, en la última década ha disminuido el número de explotaciones agrarias en un 7,6%, alcanzando las 914.871 explotaciones —según datos del Censo Agrario—.
Política de subvenciones
En la actualidad, las comunidades autónomas tienen programas de incorporación de jóvenes agricultores basados, en su mayor parte, en el pago de subvenciones a ese 8% menor de 41 años. Para Corbalán, esta política “tan ineficaz” evidencia que la Administración no ha entendido la raíz del problema, ya que, a su juicio, “no se trata de negar las ayudas económicas, que siempre serán bien recibidas, sino que la cuestión clave pasa por preguntarse por qué los hijos, nietos y jóvenes en general han decidido no continuar con la actividad agrícola”.
En este sentido, la portavoz de la plataforma SOS Rural pone el foco en la “situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los productores de alimentos españoles y europeos, que lanzaron una señal de alarma en 2024 con manifestaciones generalizadas por toda Europa. “Hablamos de hombres y mujeres bregados en el campo, expuestos a las inclemencias meteorológicas, a los bajos precios y a quienes, ahora, se les responsabiliza de todos los males de este continente”, lamenta Corbalán.
Ante esta situación, la portavoz de SOS Rural insta a toda la Administración Pública, tanto española —local, regional y estatal— como europea, a que se alinee con los productores de alimentos en busca de un objetivo común: “La Administración y los productores de alimentos debieran ser como las dos ruedas de una misma bicicleta, alineadas, armónicas en el movimiento y trabajar coordinadas para conseguir el mismo fruto, que no es otro que una sociedad más saludable y vertebrada”, defiende Corbalán.
Pérdida de ilusión
El sector agroalimentario, una actividad económica que aporta en torno al 9% del producto Interior Bruto (PIB) español y más del 11% del empleo —según el Instituto Nacional de Estadística (INE)— es, por encima de todo, una forma de vida alimentada por la ilusión de sus operadores.
Sin embargo, a juicio de la portavoz de SOS Rural, “la pérdida de motivación por parte de nuestros agricultores, fruto del maltrato continuado al que se les somete por parte de la Administración, ha provocado una pérdida de identidad del campo”. Esto puede apreciarse en indicadores como el abandono de fincas y granjas, en la reducción del PIB agrario sobre el total, en la España vaciada y, en definitiva, en ese envejecimiento del sector que, de no atajarse a tiempo, supondrá su sentencia de muerte.
No obstante, Corbalán argumenta que aún estamos a tiempo si todos los actores implicados ponen de su parte, tomando como referente el interés general y dejando de lado los tacticismos políticos: “Este camino, que aún es reversible, es el único que puede llevar al sector agroalimentario a un escenario diverso en cada zona de Europa, rentable para los jóvenes y respetado por los ciudadanos”, defiende la portavoz de SOS Rural.
En definitiva, garantizar una alimentación saludable y asequible para todos los europeos, principalmente para los niños —que deben consumir 400 gramos de frutas y verduras al día, según la OMS—, debe ser la principal prioridad en Europa: “No olvidemos que salud y campo son dos caras de una misma moneda”, sentencia Corbalán.