En un contexto marcado por la inflación y la inestabilidad geopolítica global, las fincas rústicas han emergido como un oasis de estabilidad y oportunidad en el panorama económico actual. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2023 se transmitieron en España un total de 445.882 fincas rústicas, de las cuales 148.905 fueron compraventas, 15.366 donaciones, 181.781 herencias, 2.840 permutas y 96.990 otros tipos de transmisión. Estas propiedades ofrecen diversos usos, como la caza, la agricultura, el ocio y la ganadería.
Asimismo, se ha producido un cambio de paradigma y mentalidad en el sector inmobiliario rústico. Hasta hace poco tiempo, la mayoría de los inversores consideraban que invertir en agribusiness, especialmente en Europa, era una actividad volátil y de alto riesgo. En cambio, actualmente, grandes fondos de inversión internacionales están apostando por este sector: a nivel global, hay 900 fondos especializados en el sector agroalimentario, que gestionan 140.000 millones de dólares. En España y Portugal, en los últimos años, la inversión ha superado los 5.000 millones de euros.
Según la encuesta realizada por Fincalista, las condiciones climáticas son las grandes preocupaciones del sector agroalimentario, especialmente la sequía, la falta de inversión en infraestructuras de regadío y la escasez en la mano de obra. Todo ello provoca que los inversores y gestores de activo revalúen sus prioridades y consideran nuevas áreas de inversión. No obstante, en 2024 se prevé un incremento de la inversión: en torno al 66% los encuestados por Fincalista han comprado o alquilado fincas en 2023, mientras que en 2024 espera hacerlo un 85%.